sábado, 2 de febrero de 2008

La Serbia que alarma a Europa

02.02.2008
ÍÑIGO DOMÍNGUEZ

El Correo


El ultranacionalista Nikolic, que se enfrenta mañana al proeuropeo Tadic, atrae el voto popular, descontento y sensible a los tics patrióticos

Europa se asusta de repente al volver la mirada a Serbia, olvidada hace años, y ver que mañana puede ganar las elecciones presidenciales un tipo siniestro, el líder ultranacionalista del Partido Radical, Tomislav Nikolic. ¿Es que no ha cambiado nada? ¿Se han vuelto locos los serbios? El duelo crucial de mañana con el presidente Boris Tadic, proeuropeo, saca a la luz el desgarro interno de un país en el que hay dos Serbias. Una nostálgica y nacionalista, otra demócrata y europeísta.

Para comprender la Serbia que sigue a Nikolic se puede coger un taxi en Belgrado e ir al barrio de Zemun, al otro lado del río Sava, en la orilla del Danubio. Aquí estaba la frontera en 1914 y muchas otras veces. Desde aquí las tropas austrohúngaras dirigieron contra los muros de Belgrado los cañonazos inaugurales de la Primera Guerra Mundial. Este barrio mira a la ciudad desde abajo. Aquí tiene la sede el Partido Radical.

Dejan, el taxista, sabe de inmediato cómo llegar allí. Tiene el coche lleno de estampitas religiosas de iconos ortodoxos. Al menos una veintena, del techo al salpicadero. También en el móvil. Toda su familia vota a Nikolic. ¿Por qué? «Es lo mejor para Serbia, se preocupa por su país, tiene corazón. No está contra Europa, pero sí contra Serbia en Europa sin Kosovo», responde. Él sería, por ejemplo, un votante tipo de Nikolic, taxista religioso y tradicional, que ama su tierra y siente dolor por la pérdida de Kosovo. Aunque, como muchos, nunca ha estado allí.

La sede del Partido Radical exhibe en la puerta dos escudos de Serbia, a falta de uno. Dentro, saluda Aleksandar Vucic, 'número dos' del partido, un tiarrón de dos metros. Esta gente ha cambiado mucho, no son como el taxista. Basta recordar las corbatas que llevaban hasta hace poco y verles ahora, impecables, haciendo política casi sin insultar. Parece que es un éxito de Quinn Gillespie & Associates, firma norteamericana que ha asesorado a Bush o Clinton, aunque ellos lo desmienten.

Con Nikolic, miembro del Gobierno de Milosevic en 1998, han hecho un buen trabajo. Hasta hace nada llevaba en la solapa una foto del fundador del partido, Vojislav Sesejl, que desde 2003 está en La Haya, juzgado por crímenes de guerra. El 31 de diciembre todavía dijo en un mitin que si ganaba su intención era colocarle de primer ministro. Y el jueves cerró la campaña leyendo un carta suya desde la cárcel. En otro acto apareció con Luca Karadzic, el hermano de Radovan Karadzic, el ex líder serbobosnio aún en busca y captura. Grandes aplausos. Este martes, cuando estuvo en Moscú para encontrarse con Vladímir Putin, le acompañaba Borislav Milosevic, hermano del ex presidente serbio, fallecido en prisión en 2006. Duró cinco días de presidente del Parlamento el año pasado, por la presión internacional.

Frases tétricas

Nikolic ha dicho cosas que daban miedo. En 2003, días antes del asesinato del primer ministro, Zoran Djinjic, le lanzó una tétrica advertencia. Andaba lesionado de una rodilla, y le dijo que tuviera cuidado, que también Tito tenía mal una pierna antes de morir. Casualidad. También dijo que no sentía el asesinato del periodista Slavo Curuvija, crítico con Milosevic. Ahora Nikolic ha moderado su discurso y lleva piel de cordero. Hasta intenta atraer el voto femenino, pero ciñendo a la mujer al entrañable papel familiar, como «futura madre». O a la juventud, con el apoyo de la cantante Marija Serifovic, ganadora del festival de Eurovisión. Como no ha mandado desde la caída de Milosevic en 2000, ataca la corrupción y denuncia que en ocho años no ha cambiado nada. Intenta explotar la desilusión ante la lentitud de las reformas y la crisis económica. En la primera vuelta, hace dos semanas, logró el mayor triunfo del nacionalismo arcaico serbio desde los noventa.

Sus opositores temen un regreso a aquel periodo, al pasado. Pero sus votantes lo ven de otro modo. En el mercado de Zemun, por ejemplo, los hay a patadas. «Votaremos por el cambio, por una vida mejor», dicen Mirko Rada y su mujer. Son refugiados serbocroatas, perdieron todo y malviven con un puesto de ropa. Son otro votante tipo de Nikolic, obreros y campesinos exiliados de la ex Yugoslavia, sin estudios, que lo perdieron todo y aún buscan su sitio. Lo que no falla es preguntar por los criminales de guerra: no fuimos peores que los demás, que los demás entreguen a los suyos,... Y sigue el victimismo con Europa: «Nosotros somos el corazón de Europa, más que Inglaterra, y todos nos quieren destruir».

Al lado hay otra pareja de votantes tipo, dos hombres en la cincuentena, de aspecto derrotado, que juegan al ajedrez. Trabajaban en INT, una empresa de cables, que cerró. La transición tras Milosevic ha sido dura, con reformas dolorosas, y el sueldo medio es de 350 euros. Los que han quedado por el camino se sienten olvidados. «Vamos a ver si Nikolic es tan malo, Tadic y los suyos son unos ladrones», refunfuña el que juega blancas y acaba de perder.


http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/prensa/20080202/mundo/serbia-alarma-europa-20080202.html