domingo, 29 de junio de 2008

En honor de ETA

En honor de ETA

29.06.2008
ANTONIO ELORZA | CATEDRÁTICO DE PENSAMIENTO POLÍTICO UNIVERSIDAD COMPLUTENSE

JESÚS FERRERO

El Correo


Ha sido un espectáculo hermoso. ETA combate con todas sus energías la moderación españolista de que hace gala el PNV, se dispone a actuar contra la 'Y' vasca, pero llevada de su amor patriótico encomienda a los suyos/suyas que den un voto de oro a Ibarretxe para que éste pueda dar un paso decisivo en su reto al Estado. Por su parte, Ibarretxe desea con toda su alma el destierro de la violencia -lo que algunos llamamos terror-, considera que ETA nada tiene que hacer en la política vasca, y por eso no ha de ser tomada en cuenta, pero por una razón análoga acepta que el «recorrido» de las comunistas extraterrestres -o etaterrestres- desemboque en un apoyo a su democrática iniciativa. Desde el cielo del Cristo de las batallas la escena debe de ser contemplada por San Sabino con satisfacción. Una vez más, como en el himno de Telesforo Monzón, 'Batasuna', la unión de los abertzales frente al lobo negro de siempre.

Valle Inclán escribió que para entender la historia de España había que recurrir a la idea del esperpento, con las figuras deformadas por los espejos cóncavos del madrileño callejón del Gato. En el caso vasco, nos encontraríamos una y otra vez ante la puesta en escena de una farsa trágica. Incluso en los más pequeños detalles. La señora Erauskin se apunta a la lista de oradores en contra de la consulta, para que luego su grupo dé el voto que Ibarretxe precisa, igual que hiciera en su día respecto del Plan un grupo-satélite precedente. Ibarretxe nos receta un sermón para cantar las excelencias de una democracia, la suya, plagado de mentiras y a fuerza de acumular democracia en sus palabras acaba olvidando que su triunfo pírrico se da gracias a aquéllos que durante décadas vienen destrozando tanto la vida democrática como la propia vida cotidiana de los vascos. Sugiere una y otra vez que su consulta no es anticonstitucional, cuando en la segunda pregunta se fija incluso el límite cronológico -«antes de que finalice el año 2010»- para que sea sometido a un referéndum, inequívocamente de autodeterminación, el resultado de ese proceso, del cual sabe perfectamente que estarán ausentes los partidos constitucionalistas. ¿'Palabra de vasco'? En todo caso, de vasco que traiciona a su linaje, según relata el famoso 'Canto de Bereterretxe', y como allí en un tema de sangre. El 'derecho a decidir' iba a ponerse en marcha con la violencia fuera de escena. Ahora avanza gracias precisamente a la decisión política favorable de quienes la practican, y si tiene unas mínimas posibilidades de materializarse es gracias a ellos. Aunque adopte un gesto de desprecio -léase 'Gara'-, ETA lo sabe perfectamente y actúa en consecuencia.

Como siempre que Ibarretxe aborda el tema del futuro político vasco, no estamos ante una simple estrategia de manipulación del discurso, sino de inversión de los significados, del tipo del conocido 'Arbeit macht frei' del portal de Auschwitz. En una palabra, Ibarretxe defiende su 'hoja de ruta' como cauce para la paz y lo que hace es proporcionar a la banda la gran justificación para seguir sembrando la muerte de acuerdo con sus posibilidades.

No hay que acudir a las reflexiones del quebequés Stéphane Dion para recordar que en todo caso las preguntas que se formulen en un referéndum dirigido hacia la autodeterminación deben ser claras. No cabe, pues, como hace Ibarretxe, yuxtaponer dos contenidos claramente diferenciados, donde además la falacia del primero sirve de justificación para formular el otro. Si hay que poner en marcha un proceso de autodeterminación de Euskadi, y habida cuenta de que ETA, según el lehendakari, no ha de condicionar «la decisión de los vascos», carece de sentido fundar la propuesta sobre un indeterminado fin «dialogado de la violencia» que llegaría tras la manifestación «de forma inequívoca» -ya sabemos lo que dio de sí su alto el fuego «permanente»- de «su voluntad (sic) de poner fin a la misma de una vez y para siempre». Ya no hace falta tregua; basta con expresión «inequívoca» de «voluntad». Palabra de ETA, palabra de Dios, para nuestro hombre. En términos de lógica democrática, estamos ante un sinsentido. No tanto si acudimos a las reglas de marketing que proponen una sugerente y engañosa bonificación a aquél que intenta vender un producto averiado. Con el «recorrido» hacia la autodeterminación, Ibarretxe ofrece algo que no está en condiciones de ofrecer, un fin de la violencia, que deja íntegramente en manos de ETA. Porque una vez liberada Euskadi, vendría como sabemos Navarra. Claro que al lehendakari la violación de las reglas elementales de la democracia directa no le importa, y menos que el regalo adicional del fin del terror etarra no llegue por decisión de la banda. Él hizo lo que pudo, dirá con aspecto de predicador compungido. España no le dio Navarra a ETA. ¿Qué hubo de malo en ello?

Además, según Ibarretxe, un referéndum dirigido hacia la autodeterminación es algo parecido a preguntarles a los ciudadanos de un cantón suizo si desean el control de la caza mayor. Todos los días, nos cuenta con todo cinismo, se celebran en Europa consultas como la que él propone: ya se ve. Baviera, que cita como ejemplo, cada tres o cuatro años vota la secesión de Alemania y otro tanto piensan hacer dentro de unos meses Salzburgo y el Bürgenland en Austria. ¿Hasta dónde puede llegar la voluntad de engañar a los ciudadanos, y de paso desprestigiar a su propio partido?

La Ley de la Consulta se encuentra además ante una muerte por todos anunciada. Es anticonstitucional, ignora incluso el sistema normativo en virtud del cual Ibarretxe es lo que es -Ziarreta ya ha proclamado la muerte del Estatuto-, y viola como apuntamos la exigencia de univocidad y transparencia que debe cumplir toda consulta popular por vía de referéndum. Su anulación no es, pues, 'mordaza' alguna, sino un acto de defensa de la democracia en Euskadi, y si apuramos, en toda Euskal Herria, que tiene derecho a no sufrir tamaño ejercicio de manipulación política.

Eso no significa que la aprobación sea inocua y carezca de consecuencias. Ante todo, arrastra a los vascos y al PNV a una vía muerta en la que sólo cabe augurar una radicalización artificial de los conflictos. Viene aquí a cuento aquello de que es malo que un pueblo tenga que sacrificarse por los errores de un líder tan escaso de luces como sobrado de determinación para seguir mandando y que sus obsesiones políticas se hagan realidad. La lógica de la tensión puede subir en flecha y el PNV de Imaz quedará como el recuerdo de un giro democrático del PNV una y otra vez frustrado. Sabino fundó el partido, le dio el maniqueísmo y su concepción irracional de lo vasco, y tanto para el lehendakari como para sus hermanos supuestamente enemigos de ETA no cabe otra salida. Urkullu reducido a marioneta es el mejor ejemplo de tal deriva hacia la pelea de carneros. En definitiva, lo mejor para ETA, colocada por encima de la escena política, incluso del propio Ibarretxe, y que en adelante dispone de la mejor coartada para seguir su «recorrido».


http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/20080629/opinion/honor-20080629.html

martes, 17 de junio de 2008

La sociedad segura

La sociedad segura

Para el autor, el paro del transporte más que mostrar una sociedad insegura y frágil, que no existe en su opinión, ha mostrado, «como el mejor liberalismo ha dicho siempre, que sin ley no hay sociedad humana posible»

17.06.08

J. M. RUIZ SOROA

El Correo


El caos de abastecimientos que provocaron los primeros días de la huelga del transporte ha dado lugar a los ya casi obligados artículos de opinión acerca de lo frágiles e inseguras que son nuestras sociedades modernas. Unas sociedades tan complejas y diversificadas que cualquier fallo en un sector provoca su derrumbe, como si de un castillo de naipes se tratara. Eso se nos dice, por lo menos.

Esta percepción acerca de la fragilidad e inseguridad de las sociedades occidentales desarrolladas está ampliamente generalizada, sin lugar a dudas. En términos estadísticos es cierto que la gran mayoría de los ciudadanos siente que su sociedad es muy insegura, que la catástrofe aletea siempre alrededor de su vida. Y, sin embargo, mucho me temo que esa percepción no responde mínimamente a la realidad de las cosas pues, se atienda al parámetro objetivo que se quiera, lo cierto y real es que las sociedades occidentales modernas son las sociedades más firmes y seguras de todas las que ha conocido el ser humano en su historia. Y lo son, precisamente, porque son sociedades complejas y altamente diferenciadas o diversificadas en su estructura sistémica, que es lo que les ha permitido desarrollarse. La complejidad y diferenciación de una sociedad moderna es lo que garantiza su solidez y seguridad, no al contrario.

El ser humano ha vivido durante la mayor parte de su presencia en el planeta en sociedades muy simples y apenas diferenciadas, como fueron las bandas de forrajeros cazadores y recolectores que han existido durante el noventa y nueve por ciento de su pasado. Después la agricultura permitió la vida en comunidades un poco más amplias. Pero en cualquier caso, este tipo de sociedades muy simples era absolutamente dependiente de su entorno, y la más mínima variación en forma de mala cosecha, cambio de clima, enfermedad, exceso de población o guerra la ponía al borde de la extinción. Y en muchísimos casos las extinguía. La vida del ser humano en estas sociedades estaba sujeta a riesgos como nunca podremos llegar a imaginar: de entrada, más de la mitad de los recién nacidos morían antes de llegar a ser jóvenes y la esperanza de vida no llegaba a los veinte años. El ser humano no ha podido escapar al riesgo constante y permanente de perder la vida en cualquier minuto hasta las sociedades modernas. Y ello ha sido posible, precisamente, porque éstas se diversificaron y diferenciaron en una serie de estructuras complejas y separadas, cada una especializada en tareas diversas. Decir que la sociedad moderna es frágil e insegura es una imponente tontería: el ser humano que habita en ellas está provisto de una red de seguridad contra las incidencias vitales negativas como nunca había poseído en la Historia. La sociedad misma tiene una capacidad de control del riesgo, tanto del ambiental como del generado endógenamente, como nunca la tuvo. Somos capaces de dominar enfermedades como el sida, que hace pocos siglos hubiera casi extinguido a la Humanidad (hace seiscientos años la peste negra mató al 40% de la población europea). Somos capaces de controlar el medio ambiente. Y seremos capaces (¿acaso lo dudan?) de modificar los efectos negativos de la increíble conquista que ha supuesto poder mantener a seis mil millones de seres humanos viviendo sobre el planeta. Por favor, un poco de seriedad, nunca (y nunca significa en este caso 'nunca') el ser humano ha vivido tan seguro como lo hace hoy en una sociedad tipo occidental desarrollada.

Lo que sucede, y esto es cosa muy distinta, es que también ocurre que nunca la tasa de aversión subjetiva al riesgo ha sido tan alta como lo es la del habitante de nuestras sociedades. Pero no conviene confundir el sentimiento subjetivo de aversión al riesgo, con su consiguiente sensación subjetiva de inseguridad, con los parámetros objetivos de nuestra sociedad. Porque esa aversión y sensación obedecen a razones sociológicas que están conectadas probablemente con la influencia cada vez mayor de la conciencia de la muerte sobre una sociedad sicológicamente inhabilitada para aceptarla. La demanda de seguridad crece cuanto mayor es la seguridad real, igual que la demanda de salud crece cuanto mayor es ésta. En el fondo, nuestros ciudadanos reclaman hoy la seguridad absoluta de no morir, y como no se les atiende se sienten frustrados e inseguros.

Bueno, eso está muy bien, dirá el lector, pero lo cierto es que la 'huelga' de transportes nos ha puesto por unos días al borde del caos, con la gente acaparando víveres y gasolina en forma compulsiva ¿Qué dice de eso? Bueno, lo primero es no convertir en 'caos' y 'catástrofe' un dolor de cabeza. ¿Ha muerto alguien de hambre, se ha quedado alguien abandonado en la carretera al alcance de los lobos? No seamos ridículos con el uso de los términos, por favor.

Y lo segundo, en lugar de mesarnos los cabellos hablando de la fragilidad del sistema económico (con las consiguientes collejas a la despreciable doctrina liberal), prestemos atención a cuál ha sido exactamente el fallo que ha tenido lugar días pasados. Porque lo que falló fue uno de los pilares del sistema, que no tiene nada que ver con la economía: lo que falló fue la aplicación de la ley.

La ley suele considerarse como algo adjetivo, como una superestructura de nuestro sistema económico, pero resulta que la ley es el elemento estructural básico que permite la existencia y la subsistencia de nuestras sociedades. Hay un reciente libro del magnífico filósofo del Derecho que es Francisco Laporta que ha explorado y puesto de manifiesto cómo, precisamente, la ley no es en el fondo sino un mecanismo social de seguridad. La ley no es sino la creación institucional de haces de predicciones garantizadas, de forma que gracias a ella yo puedo estar razonablemente seguro de la conducta del otro, y el otro de la mía, y todos de la de todos. Al final, la ley nos permite existir libremente porque convierte nuestro entorno de riesgos interhumanos en algo predecible en términos paramétricos: podemos elaborar detalladas predicciones de lo que sucederá en el futuro porque la ley nos permite descontar con seguridad la conducta de los demás. La ley, y el sistema jurídico como subsistema especializado para su producción y mantenimiento, son los que permiten funcionar a nuestras sociedades. Donde no existe, tenemos a los piratas como en Somalia.

Pues bien, en España el Gobierno decidió que durante un par de días iba a dejar de aplicarse la ley, por lo menos en las carreteras. En su lugar, puso en práctica un ensayo de democracia deliberativa, en la que todos deliberaban sobre el problema. El resultado fue el caos inmediato, porque desgraciadamente cuando no hay ley cada uno delibera con el garrote que tiene más a mano. Y los ciudadanos, puestos ante la amenaza, reaccionaron con la predecible histeria. Si no tengo asegurada la leche y el pan de mañana, acaparo el de hoy. Es el efecto inevitable de poner a la ley en suspenso, que desaparece cualquier posibilidad de predecir el futuro y de comportarse como seres civilizados. Sin ley volvemos de inmediato al mundo prehobbesiano, en el que la existencia se convierte en un "juego de los prisioneros" generalizado en términos de la teoría de los juegos; es decir, que al no poder contar con la seguridad del comportamiento del otro que otorga la norma, todos acabamos adoptando líneas de conducta no cooperativas que producen resultados negativos subóptimos para todos.

Conclusión, que ni sociedad insegura y frágil (mal que les pese a tantos sociólogos), ni ciudadanos sometidos a riesgos terribles. Pero sí, como el mejor liberalismo ha dicho siempre, que sin ley no hay sociedad humana posible.

http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/20080617/opinion/sociedad-segura-20080617.html

miércoles, 11 de junio de 2008

'Mobbing' en la canasta

'Mobbing' en la canasta

11.06.08

IÑAKI PIÑUEL Y ZABALA PSICÓLOGO Y PROFESOR TITULAR DE LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ

El Correo


En los últimos días, el país entero quedaba boquiabierto por la fulminante destitución del seleccionador nacional de baloncesto Pepu Hernández. Me ha llamado la atención este caso por el hecho de que representa un patrón habitual y el paradigma de la situación que sufren a diario millones de trabajadores en España. Trabajadores que sienten cómo el hostigamiento, maltrato o 'mobbing' laboral destruye sus vidas profesional, familiar y socialmente, a veces para siempre.

Todo comienza como en el cuento de Blancanieves con una malvada madrastra que se mira en el espejo de su propia incompetencia profesional y descubre, víctima de los celos y de la envidia, que la culpable de sus males no es su propia mediocridad, sino esa blanca e inocente niña a la que maquina en secreto cómo asesinar profesionalmente. 'Tráeme el corazón de Blancanieves en una urna', suelen decretar los instigadores del 'mobbing' laboral, asignando a veces el trabajo sucio a otros que terminan convirtiéndose así en un 'gang' de sicarios.

El caso de la víctima es, como Pepu, alguien que por efecto de su bonhomía, su carácter ingenuo, no confrontativo y bienpensante no entiende lo que le ocurre hasta que es demasiado tarde. Las víctimas de 'mobbing' presentan con frecuencia personalidades que los psicólogos que las asistimos denominamos poliánicas, es decir, trabajadores con elevadas dosis de candidez, espontaneidad, incapaces de doblez ni de calcular que en su entorno existen seres peligrosos, psicópatas organizacionales, a los que su bondad, ética o carácter moral excita el celo deprededador que procede de la secreta envidia que su mera presencia les produce.
La pregunta del millón en relación a las víctimas de 'mobbing' no es tanto 'qué es lo que han hecho para merecer el acoso psicológico' sino 'qué es lo que son y representan' para quienes las acosan. La respuesta es siempre la misma: las víctimas del acoso laboral son o se han transformado en una amenaza. No es que vayan por ahí amenazando a nadie. Son sus capacidades profesionales (brillantez, nivel de capacitación, éxito profesional), sus valores y forma de ser (felicidad, alegría, sociabilidad, solidaridad con los demás) los que les granjean la animadversión de muchos en su entorno que sencillamente, como la madrastra del cuento, 'no pueden soportar' la presencia profesional de la víctima cerca de sí.

Esos seres apagados y tristes, grises y acomplejados que suelen ser los acosadores laborales se lanzan al acoso y derribo de aquéllos a los que consideran la fuente de su sufrimiento personal. Creen que el modo de conjurar su envidia y sus celos es eliminar a la víctima de su lugar de trabajo, cargándose su imagen, su reputación mediante las acusaciones infundadas y falsas que en todo proceso de acoso psicológico son centrales.

Tal y como apunta Girard, en el momento crucial de la persecución de todo chivo expiatorio se inventa o fabula un crimen horrendo que supuestamente ha cometido y ello sirve para cargárselo limpiamente. Por eso, al final el 'mobbing' resulta ser un crimen laboral 'perfecto'. Todos cuantos son eliminados son presentados como indignos, y todos cuantos son presentados ante la opinión pública como indignos son violentamente eliminados.

La respuesta de Pepu en este caso ha sido ejemplar y debe ser tenida como modelo para los dos millones de trabajadores que sufren a diario el acoso laboral en España. Lejos de dejarse llevar por el resentimiento contra aquéllos por los que se ha sentido maltratado, Pepu ha mantenido la calma. Frente a quienes hubieran deseado que se desestabilizara emocionalmente, que entrara en la descalificación, que apareciera como un mero ser rencoroso ('encima de lo que cobra el tío'), cosa que habría hecho las delicias de sus adversarios, Pepu se ha mantenido hasta le fecha sin dar pábulo al odio ni a la ira.

Esto no es nada fácil ni algo esperable en términos de probabilidad. Para los trabajadores afectados por el 'mobbing', los efectos del daño por los cuadros de estrés postraumático, frecuentemente cronificado, que arrastran les llevan a cometer los errores fatales que complican su situación profesional, a veces de manera ya irremediable. La recomendación más inteligente consiste por el contrario en hacer frente a la situación manteniendo la calma, sin permitir que el acoso le desestabilice a uno. Ser emocionalmente inteligente en el 'mobbing' no siempre es algo fácil. Cuando las víctimas del acoso laboral ven que pierden -les roban- su profesión, su salud, su relación de pareja o su misma capacidad de disfrutar (anhedonia), pedirles que todo ello no les desestabilice es pedir casi un imposible. El apoyo psicoterapéutico se vuelve imprescindible.

Pepu, con su actitud, ha mostrado una vez más el camino correcto. Como buen profesor, al final va a resultar ser el entrenador que en España necesitaba no tanto una selección de baloncesto a la que ha convertido en brillante, a su imagen y semejanza, sino el 'coach' que precisan millones de trabajadores desamparados y acosados que pueden ver en su comportamiento intachable el modo perfecto y de manual de enfrentar sin odio, con asertividad y respeto por sí mismos y por los demás, la injusticia que se comete con ellos a diario bajo la forma del riesgo laboral psicosocial denominado 'mobbing'.

I. Piñuel yZabala es autor de ''Mobbing', estado de la cuestión' (Ediciones Gestión 2000).


http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/20080611/opinion/mobbing-canasta-20080611.html

El 'día de todas las lágrimas'

El 'día de todas las lágrimas'

11.06.08

JUANJO SÁNCHEZ ARRESEIGOR HISTORIADOR, ESPECIALISTA EN EL MUNDO ÁRABE CONTEMPORÁNEO

El Correo


Por puro azar cayó hace poco en mis manos un viejo ejemplar del prestigioso semanario británico 'The Economist' del 6 de marzo de 1999. En la portada, sobre una foto espectacular de dos operarios empapados en petróleo que intentan cerrar una válvula de la que brota un géiser de oro negro, el titular principal proclama: «Drowning in oil» (Ahogados en petróleo). En aquel momento, calculando los precios en dólares reales, descontando los efectos de la inflación, el barril había regresado a los bajísimos precios anteriores a la crisis de 1973 y se especulaba con que podría caer a la mitad de ese valor. Los sesudos analistas de 'The Economist' consideraban extremadamente improbable que los precios pudieran remontar, por lo que pronosticaban terribles problemas para las empresas y las naciones productoras. Gran parte de los expertos y los medios de prensa de todo el mundo opinaban lo mismo. Aquel mismo año, los precios del petróleo iniciaron la inexorable escalada que nos ha llevado a la crisis actual.

Nueve años después, con el petróleo a más de 130 dólares el barril, aquella portada de 'The Economist' nos parece un sueño, casi una burla. Algunos comentaristas intentan quitarle hierro al asunto recordándonos con bastante razón que el dólar se ha depreciado mucho con respecto al euro, que en vez de cotizarse un dólar a un euro, céntimo más o menos, ahora cada euro vale un dólar y medio. Efectuando los cálculos correspondientes, el valor real del barril de petróleo sería entonces de 'sólo' 86 u 87 dólares. Pero aun aceptando estos argumentos, cuando calculamos la equivalencia en dólares constantes, descubrimos que los precios reales del petróleo son ya superiores a los precios máximos históricos que se alcanzaron en 1980, tras la Revolución Islámica iraní. Esta vez la subida de precios no ha tenido lugar bruscamente de un día para otro, sino escalonadamente a lo largo de varios años. Sin embargo, los efectos de ambas crisis van a ser al final los mismos.

Este carácter gradual de la crisis supone un peligro adicional, pues en 1973 y 1979 la gente, asustada por la brusquedad de los acontecimientos, era muy consciente de la gravedad de la situación y de la necesidad de apretarse el cinturón. Ahora muchas personas pueden resistirse a aceptar que hay una crisis petrolífera más grave incluso que la última. Tan sólo ven que los precios suben y suben y siguen subiendo. ¿Pero, por qué? ¿Cómo pudieron equivocarse tanto todos los expertos?

Durante los últimos diez años, la producción mundial anual de petróleo ha ido creciendo desde tres mil quinientos millones de toneladas a casi cuatro mil millones. Sin embargo la demanda ha ido aumentando bastante más deprisa. Los bajos precios imperantes entre 1986 y 1999 favorecieron el crecimiento económico de Occidente y el auge del consumo de petróleo con preferencia sobre otras energías. Al mismo tiempo, India y sobre todo China iniciaban un vertiginoso crecimiento económico. Lo que el economista Lester Thurow pronosticó para la demanda mundial de alimentos -que no habría producción suficiente en el mundo entero para cubrir la demanda china una vez este país comenzase a desarrollarse- se está convirtiendo en realidad no sólo para los alimentos sino para todas las materias primas, incluidas las energías fósiles. Ni que decir tiene que existen otros muchos factores, pero el auge económico de China es el fundamental.

Lo peor de todo es que el auge chino actúa como bloqueo estructural para impedir que la crisis termine. En el pasado las crisis del petróleo se destruían a sí mismas: los elevados precios terminaban provocando una depresión económica, lo que reducía el consumo. La gente buscaba formas de ahorrar energía o sustituir el petróleo por otras energías, lo que también reducía el consumo. Al mismo tiempo, los elevados precios estimulaban la búsqueda de nuevos yacimientos y la puesta en valor de otros ya conocidos pero inactivos por ser demasiado cara su explotación. Por lo tanto aumentaba la oferta mientras que se estancaba e incluso disminuía la demanda. Al final los precios acababan bajando, a veces de forma muy brusca. Sin embargo, la insaciable demanda china impide que funcione de nuevo este mecanismo. Aunque Occidente reduzca mucho su consumo y la oferta aumente, el crecimiento de China absorberá todo aumento de la oferta y compensará cualquier reducción de la demanda en otros países desarrollados. Eso sin contar con India y otras naciones que van saliendo del subdesarrollo.

Durante la anterior legislatura, el presidente Zapatero tuvo que enfrentarse a protestas similares a las actuales de pescadores, agricultores y transportistas. Las resolvió bajando los precios del carburante, recortando los impuestos. Por desgracia los precios han seguido subiendo, anulando aquellas rebajas. El Gobierno todavía tiene margen para repetir el truco, pero dentro de un par de años las nuevas subidas nos habrán dejado de nuevo en la casilla de salida.

La única solución es prescindir del petróleo. ¿Pero quién le pone el cascabel a ese gato? Los agricultores pueden autoabastecerse cultivando biocombustibles, pero dudo mucho de que el sector naval esté dispuesto a volver a las velas. En tierra, la única alternativa viable es el ferrocarril, pero eso deja en el paro a los camioneros. Por el momento la única estrategia viable es que el conjunto de las naciones industrializadas disminuyan todo lo posible el uso de petróleo fuera del sector del transporte. Eso podría reducir en un tercio la demanda mundial y nos daría algo de tiempo para resolver el problema del transporte, antes de que llegue el 'día de todas las lágrimas', cuando la producción petrolífera mundial alcance su cenit e inicie un inexorable declive.


http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/20080611/opinion/todas-lagrimas-20080611.html

martes, 10 de junio de 2008

Afines

Afines

10.06.08

ANTONIO ELORZA CATEDRÁTICO DE PENSAMIENTO POLÍTICO DE LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE

El Correo


Nadie duda de que el próximo 27 de junio, gracias a los servidores políticos de ETA, Juan José Ibarretxe verá aprobada su hoja de ruta secesionista en el Parlamento vasco. De entrada resulta lógico que ETA otorgue sus votos a quien pone por encima de todo su aspiración a la independencia, mediante una consulta y un referéndum de autodeterminación anticonstitucionales. Lo que ya es más extraño, y sobre todo más lamentable, es que el presidente vasco, así como los partidos supuestamente democráticos que le apoyan, cierren los ojos ante el hecho de que su proyecto político va a salir adelante goteando sangre. Porque el comando vizcaíno de ETA sigue cometiendo un atentado tras otro, buscando la muerte de los demócratas, de un lado con su ya tradicional inquina contra la Guardia Civil, en otro sentido advirtiendo a costa de EL CORREO de que una expresión libre en contra del terror lleva aparejada la pena de muerte. Si recordamos al mismo tiempo los incidentes de Pasaia, tendremos que convenir una vez más en que el entorno de ETA actúa de una forma cuya calificación no ofrece dudas: es un terrorismo nazi en toda regla.

La experiencia histórica del siglo XX al respecto no ofrece espacio para la duda, y tampoco para el eufemismo. Aquél que se vincula para la obtención de sus propios fines a una pandilla de gangsters, a un grupo terrorista o a cualquier tipo de organización de la delincuencia organizada se convierte inevitablemente en un socio o en un cómplice, o en ambas cosas a la vez, de quienes en su acción social o política se atienen a procedimientos criminales. Acudamos a un ejemplo bien próximo. Hace dos décadas, muchos demócratas estábamos de acuerdo en utilizar todos los recursos del Estado de Derecho para acabar con la organización terrorista ETA, pero no con el empleo del terrorismo de Estado de los GAL a efectos de alcanzar ese fin. Y lo denunciamos sin la menor reserva.

Hoy es posible que muchos demócratas vascos tengan la mirada puesta en la autodeterminación y en la independencia, y que sueñen con alcanzar esos objetivos por medios legales. Lo que no resulta admisible es que aquellos partidos que les representan, y en primer plano la Lehendakaritza y el Gobierno vasco, admitan, recurriendo a un nauseabundo cinismo, que el avance en esa dirección tenga lugar apoyándose políticamente en la cara legal de los practicantes del terror. Bajo el imperio de un terror que golpea un día y otro a una democracia realmente existente, no cabe compartir actuación política alguna con quienes lo representan. El ejemplo de Francia, en relación a Le Pen, que no mataba, es bien explícito. La derecha francesa puede ser muy dura, pero es democrática y no aceptó, incluso para cuestiones muy rentables, las alianzas con el Frente Nacional, y el resultado es que éste se encuentra hoy en vías de extinción. Como sucedería hoy en Euskadi con ETA si Ibarrtetxe, EA y el chico de los recados que tan bien retrataba '¡Vaya semanita!' cerrasen la puerta a toda colaboración abierta o implícita. Claro que según ya hemos mostrado con anterioridad, en las circunstancias actuales Ibarretexe necesita la supervivencia de ETA para su proyecto, más allá de unos votos, y ETA sólo tiene sentido apoyándose en quien busca en términos políticos lo mismo que ella. En una reciente antología de humor soviético, una de las historietas mostraba a Hitler en el infierno ahogándose en un gran recipiente semilleno con materias repugnantes, en tanto que Stalin sobresalía de la superficie en el suyo sin dificultad. La explicación era que Stalin estaba montado sobre los hombros de Lenin. Aquí ocurre algo parecido. Si ETA no se hunde políticamente es porque unos hombros institucionales le proporcionan una razón de existir, y bien noble en apariencia: contribuir a la independencia de Euskal Herria, cuyo proceso Ibarretxe ha puesto en marcha.

ETA va a lo suyo, la práctica del terror a efectos de eliminar o amedrentar a quienes considera obstáculos para alcanzar sus metas. Lo que no vale es insistir en la cantinela de que ETA no va a condicionar la libre expresión de los vascos, argucia utilizada siempre por Ibarretxe y los suyos para justificar su falso procedimiento democrático bajo la espada de Damocles del terror. ¿Cómo va a existir democracia bajo el ejercicio permanente de la violencia y de la intimidación? Es lo que Tzvetan Todorov calificaría de palmaria y bien significativa infracción al orden. Silenciar lo que representa en Euskadi la presión de ETA equivale a avalar su existencia y a contar con la misma para los fines propios, por muchas 'mociones éticas' y 'compromisos éticos' con que se intente encubrir el siniestro despropósito. Porque además ETA está ahí, en la primera pregunta de la consulta. Si ETA no importa para lanzar el ilegal proceso, tampoco debería hacerlo a la hora de determinar su contenido. Vamos a la autodeterminación, que lo demás sobra. Pero no. ETA sale por un lado y entra por otro, según convenga al tripartito. Un reciente debate en Euskal Telebista, con Egibar, Larreina y un EB entre los participantes, fue buen ejemplo de ello. En el problema vasco, salvo el rechazo de la muerte, pero también de otras cosas, para el tercero, ETA no cuenta. Sus posibles votos son en cambio bienvenidos.

El truco empleado para salvar este obstáculo es de una torpeza evidente, pero no debe de existir otro, ya que vuelven sobre él todos, desde Ibarretxe al último jeltzale. Con esos mismos votos que ahora servirán para mostrar la sagrada voluntad de los vascos libres -y es verdad que son los únicos libres- en el Parlamento, el tripartito ha perdido más de una votación. Es como si la oposición del PP y del propio PNV en unas votaciones en el Congreso frente al Gobierno implicara la existencia de una coalición implícita entre ambos. Una cosa es que en un voto frente al tripartito puedan coincidir PP, PSOE y los que yo llamo comunistas extraterrestres, y otra que sea admisible la convergencia estratégica de unos partidos democráticos con quienes siguen fielmente las decisiones políticas de la organización. No son unos votos como otros cualesquiera, señor Ibarretxe, y usted conoce mejor que nadie el contenido de la contaminación que les afecta.

Dentro del tripartito, los partidarios de ir a por todas no esconden lo que hay detrás de tal aceptación. Importa la coincidencia en los fines, los medios empleados por ETA con el aval de sus leales son algo secundario. Es la idea del frente nacional. ¿Qué importa lo que les puede suceder a quienes generaron el conflicto y lo mantienen al no reconocer que Euskadi (perdón, Euskal Herria) es en exclusiva la comunidad nacionalista? Con la boca pequeña, lo explica Egibar al proponer «un mínimo entendimiento» entre todos los abertzales. De forma más clara lo plantea Unai Ziarreta. Sólo hay un factor a tomar en consideración: son grupos 'afines', ya que buscan la autodeterminación y la independencia de Euskal Herria. Implícitamente ello supone considerar que por encima de todas las muertes del pasado, del presente y del porvenir, ETA y sus seguidores son patriotas vascos, con los que es preciso trabajar en el plano político. 'Afines', comparten el rasgo esencial de la identidad política. Nada importa que, como en estas páginas explicó Joseba Arregi, de este modo resultara eclipsada en Euskadi la libertad.

http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/20080610/opinion/afines-20080610.html

martes, 3 de junio de 2008

Ibarretxe, Zazpiak bat

LA CONSULTA DE IBARRETXE
Ibarretxe, Zazpiak bat

3.06.2008
ANTONIO ELORZA
CATEDRÁTICO DE PENSAMIENTO POLÍTICO DE LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE

JOSÉ IBARROLA

El Correo


Decíamos ayer sobre los propósitos de Ibarretxe Pero más vale mirar hacia el futuro y examinar las consecuencias que puede tener su esperado anuncio de la pregunta para esa consulta que no va a ser vinculante, pero que ya tiene incluso fijada la fecha para el definitivo referéndum de autodeterminación antes de que acabe 2010. Pocas veces en la historia del último siglo ha tenido lugar un intento de fraude a la democracia comparable al ahora presentado por el lehendakari, ya que no sólo se trata de un referéndum convocado de forma solapada al margen y en contra del texto constitucional en virtud del cual ejerce su gobierno, sino que su formulación constituye un insulto a las reglas de claridad que cabe exigir cuando se entra en el terreno de la democracia directa. Y, para cerrar el círculo, todo ello tiene lugar en términos de complicidad con una organización terrorista a la cual el proyecto de Ibarretxe viene a salvar de una situación agónica. Una auténtica obra maestra de cerrilidad y de menosprecio a los problemas de la sociedad a la que todavía gobierna.

¿Por qué hace esto? La razón está bien clara: en buen hijo espiritual de aquel profeta del odio que fue Sabino Arana, el español es el enemigo, y todo vasco que haga suya esta posición central, por muy desatinados y criminales que puedan parecer los procedimientos empleados, es ante todo un vasco, pertenece al círculo de los amigos, y más aún al compartir los mitos fundacionales sobre la independencia originaria (los derechos históricos), tener la misma concepción de lo vasco y profesar una religión política cuyo punto de destino no ha de ser otro que la independencia. A Ibarretxe, como a Egibar, le pueden desagradar las muertes de españoles y españolistas a manos de ETA, por aquello de la humanidad, no es seguro, pero en el fondo piensan que el terror (perdón, la violencia) es consecuencia inevitable del conflicto provocado por los gobiernos de Madrid al no reconocer lo que Sabino formuló para Vizcaya: los derechos de Euzkadi, ahora Euskal Herria, a la independencia, por encima de lo que los vascos realmente existentes piensan y desean. Por eso no importa que sólo haya un tercio de vascos independentistas y que el PSOE acabe de quedar en las elecciones muy por encima del tripartito. El pueblo vasco está encarnado exclusivamente en la comunidad nacionalista. Todo lo demás equivale a traición. Es preciso conseguir por cualquier medio que las urnas refrenden esa identificación esencial.

Para ello se ve obligado a acumular fraudes y engaños, haciendo de la convocatoria un 'remake' del viejo juego de los siete errores. Siete trampas en un solo proyecto político. Vale la pena examinarlas una a una.

La primera concierne a la propia 'consulta', que no es sino un referéndum enmascarado para que así resulte más digerible su anticonstitucionalidad. No sólo el nacionalismo vasco, sino otras corrientes políticas vienen presentando la autodeterminación como algo normal, como si cada pocos años Baviera o Bretaña votasen si se van o se quedan en sus respectivos Estados. Falso. Constituye un recurso excepcional en Europa y casi nunca es un ejemplo de democracia. Con Estados Unidos detrás, Kosovo se ha autodeterminado, pero curiosamente los serbios de Kosovo, tras haber sido ignorados los acuerdos de las Naciones Unidas, según los cuales la intervención militar garantizaba la integridad territorial de Serbia, se ven privados de ese mismo derecho para la parte serbia del recién nacido Estado. Así que el contenido y el marco acaban dependiendo de quién se declara sujeto de la autodeterminación, y como en este caso la fuerza en virtud de sus aspiraciones y de sus concepciones mitológicas. Luego la normalidad de la capacidad de decidir de los vascos no existe; y menos si tenemos en cuenta todas las encuestas confirmando el apoyo minoritario al independentismo.

La segunda trampa consiste en reunir en una sola papeleta dos preguntas heterogéneas entre sí, con lo cual una condiciona a la otra. ¿Quién va a mostrarse opuesto a resolver el problema de ETA? Sólo que si aceptamos la propuesta en apariencia bienintencionada para que ETA termine su carrera, hay que llevarse de propina la del debate entre los partidos vascos, sin mezcla de español alguno, para resolver de paso el 'conflicto', es decir, tomar el camino de la independencia. Es la vieja añagaza del caciquismo: si pretendes alcanzar aquello que deseas, dame a ciegas tu voto. Si quieres que ETA desaparezca, sígueme en la marcha hacia la autodeterminación (léase independencia, porque ya sabemos que la reforma constitucional para ampliar el Estatuto no le vale a Ibarretxe). Con el añadido de una falacia: sugerir al electorado que si alguien rechaza el ámbito vasco de decisión opta por que ETA siga matando.

La tercera concierne a la aparente reproducción del acuerdo del Congreso para negociar con ETA si ésta manifestaba una actitud inequívoca para abandonar el terror (la violencia). Pero es que ese intento fracasó espectacularmente. El PSOE razonablemente no intenta reproducirlo, y además la resolución del Congreso añadía que la negociación no podría tener contenido político. Consecuencia: una vez amputada de esta cláusula resulta ilícita su reproducción pretendiendo que es mantenido el mismo significado.

La cuarta reside en la mención de «todos los partidos políticos vascos» como participantes en el decisivo 'proceso de negociación' para ir a la autodeterminación ('sobre el derecho a decidir'). Esto significa anular de facto la Ley de Partidos, ponerse al margen y en contra del ordenamiento legal español, lo mismo que al ignorar en todo momento las exigencias derivadas de la Constitución.

La quinta es la presunción de que su propuesta es legal, cerrando deliberamente los ojos ante el hecho de que por otra vía volvemos al proceso constituyente vasco del primer plan. Encima Ibarretxe se atreve a manifestar su asombro ante el hecho de que PSOE y PP no respalden su fraude.

La sexta es el fingimiento de que ha buscado un acuerdo con Madrid, que sólo la intransigencia de Zapatero ha frustrado. Es éste uno de los aspectos más impresentables de la conducta del lehendakari, al abusar de la corrección con que siempre le ha tratado el presidente del Gobierno, denunciando una supuesta intransigencia cuando él, con su decisión ya tomada, en momento alguno ofrecía resquicio para el famoso 'acuerdo'. ¿Cómo iba Zapatero a refrendar un proyecto ya cerrado que dinamitaba el orden constitucional?

Y séptima y fundamental trampa. Ibarretxe ha presentado su hoja de ruta a modo de varita mágica para acabar con ETA, cuando se trata de todo lo contrario. Es como si alguien ofrece aceite para sofocar un incendio. Por debajo de las palabras vacías, no hay en las preguntas la menor condena de ETA. Lógico. Lo repetimos: la consulta es hoy por hoy el salvavidas político para ETA y, de modo correlativo, la supervivencia de ETA es el único factor que puede respaldar el proceso político basado en un referéndum convocado para atender a los objetivos políticos comunes de ETA y del lehendakari Ibarretxe. Si el Gobierno no reconoce 'el derecho a decidir', ETA tiene ya la coartada para prolongar el terror. Un magnífico servicio prestado por ambos, en suma, con el cinismo político del segundo a la cabeza, para que la crisis vasca siga siendo una historia interminable.


http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/20080603/opinion/ibarretxe-zazpiak-20080603.html