miércoles, 30 de junio de 2010

El Constitucional y los sentimientos

30.06.10

JAVIER TAJADURA TEJADA | PROFESOR TITULAR DE DERECHO CONSTITUCIONAL UPV-EHU

El Correo



El autor considera «sumamente preocupante la reacción institucional» contra la sentencia del Estatuto de Cataluña. «El presidente catalán incurre en el grave error que imputa al Tribunal, el de jugar con los sentimientos colectivos»

El fallo del Tribunal Constitucional que resuelve el recurso del Partido Popular contra el Estatuto de Autonomía de Cataluña viene a demostrar el correcto funcionamiento del Estado constitucional y de su órgano básico de garantía. Con su sentencia, el Tribunal cumple con su función de defensor de la Constitución, y garantiza la adecuación del Estatuto catalán a la Constitución española. De esta forma, cuatro años después de su aprobación, el Estatuto ve reforzada su legitimidad con un pronunciamiento que despeja las fundadas dudas existentes sobre su constitucionalidad. En este contexto, cabe realizar dos observaciones: una crítica jurídica a la técnica empleada por el Tribunal en su fallo, y un comentario político a la reacción que ante la misma se ha producido.

El Tribunal considera inconstitucionales catorce preceptos del Estatuto, y respecto a otros veintisiete declara su constitucionalidad en la medida en que sean interpretados tal y como él señala. De esta forma, el Estatuto catalán ve modificado el alcance de más de cuarenta de sus artículos, bien por la pura y simple anulación de sus disposiciones declaradas inconstitucionales, bien porque el Tribunal priva de efectos a las mismas sin llegar a anularlas (lo que ocurre con el Preámbulo), bien porque exige que sean interpretadas de forma opuesta a su sentido originario.

Esta última técnica ha permitido privar de efectos a casi treinta artículos sin tener que anularlos. Desde un punto de vista jurídico, se trata de un expediente muy criticable. El principio de conservación de las normas exige que cuando un precepto legal sea susceptible de varias interpretaciones, y alguna de ellas sea constitucional, el Tribunal debe optar por ella para evitar anular la ley. Ahora bien, cuando el precepto sólo admite interpretaciones contrarias a la Constitución, no es lícito forzar la letra de la ley para hacerle decir lo contrario de lo que pretende y evitar así su anulación. Y esto es lo que ha hecho de forma reiterada el Tribunal.

Con dos ejemplos entenderá el lector lo que quiero decir: cuando el artículo 5 del Estatuto dice que el «autogobierno de Cataluña se fundamenta también en los derechos históricos del pueblo catalán», pocas dudas caben de que el precepto hace referencia a unos derechos históricos que son fundamento del autogobierno. El Tribunal dice que el artículo es constitucional siempre que se entienda que el único fundamento del autogobierno de Cataluña es la Constitución, y que el artículo 5 no puede entenderse en el sentido de que establezca un fundamento diferente. Cuando, en las disposiciones relativas a financiación, el Estatuto establece que «la inversión del Estado en Cataluña en infraestructuras (…) se equiparará a la participación relativa del PIB de Cataluña con relación al PIB del Estado para un periodo de siete años», el Tribunal declara que el precepto es constitucional siempre que se entienda que no vincula al Estado en la definición de su política de inversiones, ni menoscaba la libertad de las Cortes para fijar las inversiones que estime oportunas... Y así hasta casi treinta preceptos que ven alterado su significado.

Ahora bien, si el expediente de recurrir a declaraciones interpretativas para evitar la pura y simple anulación de preceptos cuyo contenido e intención contradicen el texto constitucional es, desde un punto de vista de la técnica jurídica, muy reprobable, desde un punto de vista político puede resultar oportuno. De lo que se trata es de no dar la impresión de que un tercio de los preceptos recurridos (41 de 114) han sido modificados. Y en este sentido, como la anulación expresa sólo se produce respecto a 14 artículos, se habla de un 'recorte moderado' del Estatuto con la loable intención de que la reacción política de los actores implicados se mantenga dentro de los límites marcados por el principio de lealtad institucional.

Porque éste y no otro es el problema de fondo. La existencia de unos actores que, rechazando las reglas del juego, negaban al Tribunal Constitucional su legitimidad para enjuiciar el Estatuto y anticipaban que la única sentencia que aceptarían sería aquélla que mantuviera la integridad del texto. Ocurre, sin embargo, que desde esa óptica cualquier recorte -por moderado que sea- es entendido también como una suerte de agresión. Y resulta sumamente preocupante la reacción institucional que ha encabezado el presidente Montilla. Preocupante porque se basa en dos afirmaciones extravagantes. La primera, que el Tribunal no puede juzgar los «sentimientos» de Cataluña, y a su entender esto es lo que ha hecho. Evidente resulta que ningún tribunal juzga los sentimientos de nadie, lo que con mayor o menor fortuna ha enjuiciado el Tribunal es algo más prosaico, la constitucionalidad de una norma. Y la segunda, como reacción a esa supuesta extralimitación del Tribunal, su llamamiento a demostrar que «somos una sola nación y un solo pueblo». Con ello, es el presidente catalán quien incurre en el grave error que imputa al Tribunal, el de jugar con los sentimientos y pasiones colectivas.

En el nuevo contexto jurídico-político creado por la publicación de tan importante sentencia, sólo cabe felicitarse por que el sistema haya demostrado su correcto funcionamiento y acatar el contenido de la sentencia, aunque se pueda -faltaría más- discrepar de la misma. Cualquier otro tipo de respuestas consistentes en movilizaciones populares o en iniciativas políticas susceptibles de ser interpretadas como un ataque al Tribunal Constitucional deben ser rechazadas con rotundidad y contundencia.


http://www.elcorreo.com/vizcaya/v/20100630/opinion/constitucional-sentimientos-20100630.html

Sempiterno 'déjà vu'

30.06.10

MANUEL MONTERO |

El Correo



En el País Vasco hay sueños que se suelen creer realidades y que si no se tratan con tiento se tornan en pesadillas. El material del que están hechos tales sueños es siempre el mismo: año tras año, década tras década. De improviso un fantasma recorre la sociedad vasca. El murmullo dice: ETA lo deja, Batasuna se le va a plantar, viene tregua ya y para siempre (tregua eterna es un oxímoron, pero el concepto está ahí) pues los jefes batasunos ya no quieren más caña. Los rumores se esparcen por doquier. Gente bien informada -el País Vasco está lleno de gente enterada, así nos va- sabe de buena fuente que Batasuna se rebela; que lo hará a fecha fija. Pasa la fecha pero no importa, pues se ha forjado ya el concepto de rebelión batasuna, otro oxímoron.

Sobre tales sueños se construye la política vasca. Nada sugiere que sean otra cosa que quimeras, pero cada cierto tiempo especies de este tenor provocan seísmos en la política vasca. Primero, leves agitaciones de la tierra. Luego van a más y hasta llegan a 'tsunami'. Las principales convulsiones de nuestra política no suelen venir de acontecimientos concretos, de certezas. Han sido consecuencias de presunciones, de hechos no probados (ni siquiera probables). Siempre provenientes de decires batasunos.

Recuérdese la última tregua. Y la anterior. Y la anterior a la anterior. Todo saltaba por los aires porque se suponía que los terroristas lo dejaban. Se decía que por fin hacían caso a la sociedad que estaba ya harta, como si no lo hubiese estado siempre. Tras el sueño llegaba la pesadilla y algo saltaba por los aires. No contaba la sociedad sino sus demencias.

Poco a poco nos estamos metiendo de nuevo en este guirigay. La recaída se basa en dos supuestos: la idea de que la gente de Batasuna quiere que se acabe la violencia y así lo manifiesta frente a ETA; y la conjetura de que ante tan airada postura ETA está a punto de dejarlo o de resquebrajarse. Hay otras presunciones implícitas -por ejemplo, que la dirección de Batasuna es capaz de sostener un enfrentamiento con ETA o que sus bases seguirían a sus líderes batasunos en tal tesitura- pero las dos anteriores son las principales. Así las cosas, los fundamentos para un nuevo salto al abismo son muy precarios.

Que los jefes de HB quieren que se acabe el terror es pura entelequia; no han dicho nada que se asemeje a oponerse a ETA ni algo diferente a lo de hace diez años. Dicen que lo dicen en la intimidad, pero en cuestión tan crucial la fe necesita pruebas y hoy por hoy lo de sus portavoces no suena a 'ETA No'. Ha habido estos días dos gestas. La afirmación de Erkizia de que «hay más razones que nunca para la lucha armada» no se asemeja a un apartamiento del terrorismo, aunque luego añadiese que no está el horno para bollos y que mejor echar la toalla del terror. Y está el texto rancio que Batasuna ha firmado con EA, que se batasuniza, y no al revés: ni siquiera es capaz de mencionar a ETA. Si esto es todo, apaga y vámonos.

La otra idea, que imagina alguna dependencia de ETA respecto a HB, suena a artificio. La experiencia histórica demuestra lo contrario: Batasuna (y sus antecedentes) ha desarrollado siempre estrategias diseñadas desde la organización terrorista, que en su afán por liberarnos concede algún papel a la 'movilización popular'. Nada sugiere que hayan cambiado las tornas, primero porque en HB siguen los de siempre y ya están hechos a la obediencia debida y, segundo, porque los mayordomos no se suelen trasmutar de pronto en señores ni éstos obedecer a aquéllos. Resulta contra natura.

Todo indica que ETA sigue en sus estrategias maníacas. No hay síntomas de cambio alguno. ¿Batasuna quiere acabar con ETA, que se termine el terror? Pues que lo diga, alto y claro. Mientras, lo demás sobra. No tiene sentido que con mimbres tan endebles como los que hay se monte una trifulca política, se erosione la unidad democrática y adquiera esto el aire de un 'déjà vu'. Los volatines de los trapecistas dejan de tener gracia si el saltimbanqui acaba siempre dándose el tortazo tras el mismo triple salto mortal.

¿La política vasca ha de girar en torno a ETA y a HB? ¿Lo importante es lo que éstos hagan y cómo nos bailen el agua? Pues resulta bastante probable que estén desarrollando una estratagema para ser legalizados sin negar a ETA. Mientras no la condenen, hay razones para pensar que nos están vendiendo gato por liebre. Ya ha sucedido otras veces.

En el país de las pesadillas, quienes no quieren creer sin ver quedan descalificados con saltos a la yugular. Nos oponemos a hacer la cama a HB por las siguientes razones, se dice: el odio nos ciega y no queremos que se democratice la izquierda abertzale; nos viene muy bien la existencia de ETA porque vivimos de ella; el PP no quiere que el terror se arregle en la etapa ZP; en el País Vasco hay casi unánimes deseos de hacer la vista gorda a HB, contra lo que sucede en el resto de España, que no se enteran. Cosas de este tipo se han podido leer estos días.

La repetición de estas falacias crea estado. Dejará contentos a los promotores de la estrategia 'proceso democrático'. Eso que van ganando. Además, tiene muchas 'ventajas' argumentales. Desplaza la responsabilidad de que Batasuna no evolucione a los demócratas: si la izquierda abertzale no dice 'no a ETA' es por quienes les creemos incapaces de decirlo. Así, el magma ETA-HB puede seguir inmóvil, pleistocénico, amenazador e inocente. La culpa es de los demás, pues si aceptásemos sus condiciones todo estaría arreglado. Lo de siempre, 'déjà vu': la culpa del terror la tienen las víctimas.


http://www.elcorreo.com/vizcaya/v/20100630/opinion/sempiterno-deja-20100630.html

jueves, 24 de junio de 2010

Maketa, joan zaitez etxera!! Lo peor del nacionalismo vasco

24.06.10

ROBERTO LERTXUNDI | SENADOR POR EL PARLAMENTO VASCO (PSE-EE)

El Correo



En la fiesta de Ibilaldia 2010 (Bermeo, domingo 30 de mayo), la prensa local destacó, entre otras cosas, el incidente protagonizado por un numeroso grupo de participantes (varios centenares según los diversos medios consultados) que increparon a la consejera de Educación del Gobierno vasco, señora Isabel Celaá, al grito de «Maketa joan zaitez etxera!», «¡Maketa, vete a casa!»), cuando ella intervenía, en euskera, ante el público concentrado, en el ejercicio de su responsabilidad política. Todo ello, en medio de un ambiente de jolgorio y gestos inequívocos de desprecio.

La mala educación (el insulto y la grosería) no me gusta, pero no es lo que me preocupa. Tampoco la libertad de expresión, los políticos saben que su exposición a la opinión pública (de todo tipo de públicos) va con el cargo. No. Lo que me preocupó y motivó esta reflexión fue la utilización del peor insulto, inventado por Sabino Arana en sus años juveniles: el maqueto, los maquetos, la maquetania, 'los maketos' causantes de todas las desgracias que ha sufrido el Pueblo Vasco desde la finalización de las guerras carlistas, los culpables de todos los problemas políticos, económicos, culturales y sociales de los vascos, los invasores enviados por España para desnaturalizar al pueblo vasco y amansarlo, para cargarse el euskera y nuestras tradiciones...

En las ya numerosas ediciones de Ibilaldia (la fiesta anual de las ikastolas de Bizkaia) nunca había ocurrido nada semejante, más allá de abucheos a las autoridades. Lo de este año es peligrosamente nuevo: la utilización política de conceptos del aranismo más racista y xenófobo es, en efecto, un salto cualitativo que, en el marco de las fiestas de apoyo al euskera, sólo puede conllevar problemas y enfrentamientos, tomando como base algo tan sensible como el euskera y la política lingüística.

Para quienes tienen memoria corta, habría también que recordar que estos insultos políticos no se utilizaron en tiempos de los gobiernos de coalición entre PNV y PSE y, en concreto, cuando los socialistas dirigían el Departamento de Educación, como fue el caso del añorado Fernando Buesa, asesinado por ETA hace más de 10 años.

Algo no se ha hecho bien en estos 30 años de autogobierno vasco al amparo del Estatuto de Autonomía si una parte de nuestros jóvenes, euskaltzales, utiliza el concepto del maquetismo como un ariete contra los adversarios políticos. Y, en concreto en el campo de la izquierda abertzale, de los jóvenes radicales vascos, es un enorme paso atrás, porque significa abrazar lo peor del nacionalismo excluyente. Probablemente habrá muchos argumentos que puedan explicar o, al menos, interpretar esta situación. En todo caso, una de las explicaciones ha de ser, sin ninguna duda, el gran déficit de conocimiento y de educación que una parte de nuestros jóvenes exhibe de manera tan obscena. Las carencias de su formación son clamorosas, a diferencia de la gente de la generación anterior, de hace en torno a 30 años, cuyos militantes abertzales estudiaban, leían, debatían, se empapaban con la historia de los países que luchan por su liberación nacional y por su democratización, y con los textos de los líderes de la izquierda y de los pensadores de las escuelas más progresistas, buscando ese imposible de unir socialismo y nacionalismo, que ha sido la constante de tantos movimientos que, surgiendo como movimiento de liberación, acabaron siendo corrientes estrictamente nacionalistas de carácter conservador.

Es la expresión de un fracaso educativo que debiera hacer saltar las alarmas de los responsables políticos para corregir, al menos en las siguientes generaciones, esta deriva tan importante.

En honor a la verdad, he de destacar el comportamiento totalmente honorable y contrario a los insultos racistas que tuvieron los representantes institucionales presentes en el Ibilaldia de Bermeo, todos ellos (salvo las consejeras de Educación, Justicia y Cultura) del Partido Nacionalista Vasco. Todos los medios recogieron su apoyo a la consejera Celaá, los aplausos y la solidaridad expresada. Estuvo bien, es el mínimo exigible, pero estuvo bien y es el comportamiento que puede permitir al PNV aspirar a que sus propuestas puedan ser compartidas por gentes que hoy no están en sus filas. O, al menos, ya que resulta muy dudosa la capacidad integradora del nacionalismo vasco, esa actitud es la base para acuerdos de carácter transversal, acuerdos entre diferentes, que pactan y aceptan las reglas del juego.

El racismo en Euskadi ha sido una tragedia para nuestra convivencia y larvadamente ha estado en el argumentario terrorista etarra. Lo nuevo del otro día es darle carta pública de naturaleza, en la calle, en grupo organizado, al 'antimaquetismo', el racismo del primer nacionalismo vasco, conceptos e ideologías conservadoras que acaban siendo proclamas de grupos autodenominados de izquierda. Mal va ese movimiento abertzale por el camino del antimaquetismo.

¡Lamentable que tras más de 100 años y con todo lo ocurrido en ese siglo las proclamas racistas de Sabino Arana encuentren eco en grupos de jóvenes vascos! Con este tipo de defensores, el euskera no necesita enemigos para declinar. Si esta dinámica continúa, cualquier día les encontraremos cantando aquella coplilla que a principios del siglo XX se oía en algunos barrios del viejo Bilbao: «A la Virgen de Begoña / le vamos a preguntar: / los maquetos que han venido / ¿cuándo se van a marchar?».

Cuando no se aprende de la propia Historia, las situaciones se repiten, volviendo de nuevo al punto de partida. Lástima de tiempo perdido.


http://www.elcorreo.com/vizcaya/v/20100624/opinion/maketa-joan-zaitez-etxera-20100624.html

A quien corresponda


24.06.10

JOSEBA ARREGI |

El Correo



«Nos están pidiendo que aceptemos que los 857 asesinados por ETA están bien asesinados. Ahora pueden apostar por las vías exclusivamente políticas gracias a los frutos que ha dado la lucha armada»


El cambio político en Euskadi ha venido acompañado, gracias a la actuación de todos los poderes del Estado de Derecho, por la proximidad de la derrota de ETA, una derrota hecha posible, entre otras razones, por haber impedido que quienes no condenan la violencia de ETA como Batasuna puedan participar en las instituciones democráticas.

Esta coincidencia hace que no podamos relajarnos. La victoria de la democracia sobre ETA/Batasuna hay que pelearla hasta el final. Porque ETA y Batasuna no descansan. Estarán derrotados, pero no se dan por vencidos. En estos sus momentos más difíciles y complicados, tanto en la lucha terrorista como en la actuación política, ETA y Batasuna están intentando escenificar su derrota como victoria. Y no sólo escenificar, sino transformar la derrota en victoria.

La transformación discurre por el camino de siempre, por las vías que siempre han seguido. La primera de ellas es dirigir el debate político. ETA y Batasuna han conseguido, una vez más, tener ocupados al resto de partidos con lo que sucede en sus filas: la reflexión en ETA, si ésta va en paralelo, o por vías distintas a la de Batasuna, si la reflexión de esta última es autónoma de ETA y hasta qué punto, si Batasuna va a condenar la violencia y cómo, si Batasuna va a dar o no el paso de romper definitivamente con ETA, si ETA va a declarar o no una tregua indefinida y lo que quieren decir con ello.

Con todo ello, y ésta es la segunda vía, nos trasladan la responsabilidad a nosotros: ETA es incapaz de desaparecer e igual proclama una tregua, pero Batasuna nos dice que tenemos que entenderlo como renuncia definitiva. Ésta, en sus reflexiones, no llega a decir lo que esperamos, pero ya han involucrado a facilitadores internacionales para que nos digan que somos nosotros los que tenemos que poner la capacidad de interpretación para llenar el agujero grande que dejan ellos al no decir lo que tienen que decir. Ahora le toca al Estado. Incluso preclaros socialistas le piden al lehendakari que sea más activo en la interpretación de lo que quiere decir Batasuna.

Pero lo más grave viene en las siguientes vías. Nos ofrecen el caramelo de que van a apostar por vías exclusivamente políticas. En el futuro. De ahora en adelante. Adobado con la presuntamente democrática frase de que en democracia se puede defender cualquier proyecto político siempre que se haga con medios pacíficos. Lo que nos están pidiendo, sin embargo, es que no les pidamos que condenen la historia de terror de ETA. Eso queda para los Estados, como Gran Bretaña, que sí que tiene que condenar la actuación de sus militares en el Domingo Sangriento de Londonderry. Pero ellos no van a condenar la historia de terror de ETA. Nunca.

No sé si nos damos cuenta de que con ello nos están pidiendo que aceptemos que los 857 asesinados por ETA están bien asesinados. Además lo han puesto por escrito: ahora pueden apostar por las vías exclusivamente políticas gracias a los frutos que ha dado la lucha armada.

Ante esto no podemos quedarnos con la reflexión que se escucha a algunos: ¿Cómo van a desdecirse de todo lo que han dicho y hecho hasta ahora, cómo van a renunciar a su historia? Es que necesitan su propia narrativa. Claro. Pero esa narrativa no tiene sitio en la democracia. Se trata de una narrativa en la que cabe decir, en el futuro, que han variado las circunstancias y que la lucha armada vuelve a ser necesaria. Se trata de una narrativa que afirma que hasta ahora no ha habido democracia en España. Y que por eso era legítimo matar. No podemos, aunque sea sólo en nombre de las víctimas asesinadas, de su memoria, de su dignidad y de la justicia que les debemos, admitir nada de todo esto.

La cuarta vía, de sobra conocida, es la que se acaba de indicar: en España, en la Euskadi estatutaria, no ha habido democracia, no se produjo transición alguna a la democracia. Ésta llegará, no se cansa de repetir Brian Currin, uno de los facilitadores internacionales, cuando el Estado cumpla con su responsabilidad y entienda bien lo que reflexiona Batasuna, y, en consecuencia, permita que se presente a las elecciones y así obtenga representación institucional. Todos los demás, los que desde la muerte de Franco apostaron por la transición, la reforma y la democracia, son hijos ilegítimos, bastardos de la democracia. Los verdaderos son ellos, ETA y Batasuna.

Por eso en el plan de convivencia para las escuelas vascas no se puede mentar el marco constitucional, pero sí hay que incluir -exigencia del PNV- que existe el derecho a enseñar proyectos políticos alternativos, se supone que al marco constitucional, al Estatuto y a la democracia. ¿Cómo se compadece esto con la memoria de las víctimas asesinadas y con la presencia de las víctimas familiares en su nombre en las escuelas?

La quinta vía de argumentación es la que afirma que ETA nunca ha tenido proyecto político. Ha matado porque sí. Porque se le ha ocurrido. Todo lo que ha dicho ETA, y lo que han dicho todos los nacionalistas hasta ahora, que ETA y su violencia eran manifestación del conflicto político vasco con España, no era verdad al parecer, lo hemos soñado los demás. La condena de ETA debe ser ética, no política. En democracia se puede defender cualquier proyecto político: también el de ETA, pero sin ETA. Aunque no acepte el pluralismo de la sociedad vasca y niegue la libertad ciudadana.

En éstas estamos: nos están preparando el triunfo de ETA sin violencia, sin condenar la historia de terror de ETA, haciéndonos creer que no ha habido ni hay democracia, que ésta sólo vendrá cuando ellos materialicen los derechos del pueblo vasco, la autodeterminación y la territorialidad, negando pluralismo y libertad. Eso es lo que se encierra en la reflexión de Batasuna. Eso es en lo que está de acuerdo el conjunto del nacionalismo.

Siguen pretendiendo cobrar un precio político, definir de forma exclusivamente nacionalista la sociedad vasca, porque ETA puede dejar de matar. Aunque no lo sepamos seguro. Es la transformación de la derrota de ETA en la victoria de su proyecto político.


http://www.elcorreo.com/vizcaya/v/20100624/opinion/quien-corresponda-20100624.html

martes, 15 de junio de 2010

Mantener el tratamiento

15.06.10

FLORENCIO DOMÍNGUEZ |

El Correo


Las políticas antiterroristas desarrolladas por los gobiernos democráticos españoles han puesto el acento en diferentes aspectos en cada momento. Unas veces se ha dado importancia a los intentos de diálogo, otras a la persecución implacable hasta el límite de la legalidad e, incluso, en algún momento, más allá. Lo único que se ha mantenido invariable ha sido la voluntad de facilitar a los terroristas el abandono de la violencia.

Todos los gobiernos, fuera cual fuera su color político, han estado dispuestos a adoptar medidas que pudieran facilitar la renuncia de ETA a las armas. Xabier Arzalluz, en una de sus gráficas expresiones, simbolizó esa actitud en los tiempos del pacto de Lizarra indicando que su partido buscaba facilitar una «pista de aterrizaje» a ETA para dejar la violencia.

Los resultados no han acompañado a tanta disposición generosa por parte de los gobiernos. La política de mano tendida no sólo no ha sido eficaz, sino que ha resultado contraproducente. No hay más que ver las experiencias acumuladas desde la Transición hasta hace apenas tres años. Ni ETA ni su entorno se han desmarcado un milímetro de la violencia en todo ese tiempo. Sólo ahora, muy recientemente, en las filas de Batasuna comienzan a plantearse dudas sobre la utilidad de continuar con el terrorismo, dudas que no se han abierto por la buena disposición del Gobierno, sino por lo contrario, por la aplicación de una estrategia de firmeza encaminada a cerrar todas las expectativas políticas de ETA y su mundo.

Sólo cuando se ha conseguido instalar la idea de que buscar una salida es una necesidad mayor para los terroristas que para los gobiernos, es cuando ha comenzado a abrirse el camino de la duda entre algunos que hasta el presente han sido incondicionales de ETA. Pero la organización terrorista, en este momento, está lejos de plantearse el abandono de las armas. Si se dan determinadas condiciones políticas, puede hacer alguna tregua o algún parón, pero no como primer paso para abandonar la violencia, sino para conseguir un objetivo político.

ETA y Batasuna han hecho del concepto 'proceso democrático' el último tótem al que adoran. Para saber lo que opina la banda sobre este proceso basta leerse la ponencia 'Mugarri' en la que ETA afirma que «no es un proceso de paz». ETA dijo lo mismo cuando las treguas de 1998 y 2006 y demostró con hechos que no mentía. Ahora nos dice que el 'proceso democrático' al que apela la izquierda abertzale tampoco es un proceso de paz. Es bueno saberlo para no equivocarse con el diagnóstico.

Los médicos, cuando un paciente evoluciona satisfactoriamente, suelen recomendar «mantener el tratamiento». La política antiterrorista está funcionando de manera eficiente así que, lo más sensato, es mantener el tratamiento. Sin hacer experimentos y menos cuando se trata de experimentos ya fracasados.


http://www.elcorreo.com/vizcaya/v/20100615/politica/mantener-tratamiento-20100615.html

lunes, 14 de junio de 2010

Cambio o debilidad


14.06.10

JAVIER ZARZALEJOS |

El Correo



«La izquierda abertzale no ha cambiado. Ha perdido, que no es lo mismo. Evitar la derrota final le exige ahora sofisticar el señuelo y reinventar esa narrativa virtuosa del aparente divorcio de ETA»


No pasa un día sin que aparezcan informaciones que cuentan los pasos que la izquierda abertzale dicen que está dispuesta a dar para 'desmarcarse' de ETA. De la banda terrorista se asegura que está al caer una próxima declaración de tregua, suspensión de actividades, cese de acciones o alguna otra expresión equivalente que se les ocurra para repintar el comunicado en cuestión, de modo que alguien pueda señalar tal o cual palabra como la gran novedad que diferencia la declaración etarra de todas las anteriores.

Se rescata el léxico desgastado de 'desmarques' y 'apuestas', se reproducen las caducas teorías de políticos frente a pistoleros, se interpretan declaraciones, filtraciones e informaciones reelaboradas hasta lo irreconocible como quien lee los posos del café para desentrañar lecturas cabalísticas sobre la enésima expectativa de que quienes están encausados por el intento de reconstituir Batasuna como organización política de ETA hagan ahora precisamente lo contrario.

Mientras todo esto ocurre, de los llamados mediadores internacionales se desconoce si son realmente mediadores, ya que para ello deberían contar con el asentimiento del Gobierno al que también se dirigen. Pero sí se sabe que insisten en trasformar la desaparición de ETA y la expulsión de sus marcas políticas de las instituciones democráticas en una coreografía negociadora en el marco europeo -la declaración de Bruselas- con una exigencia de que el Gobierno español 'responda' a esas futuras declaraciones del complejo etarra aunque insistan en que se tratará de declaraciones unilaterales. Lo lamentable es que en esto de la internacionalización aprovechan el grueso error del Gobierno que, para remediar la fractura que provocó en el consenso sobre la política antiterrorista en la pasada legislatura, buscó en el Parlamento Europeo legitimar la interlocución política de ETA-Batasuna y, por tanto, la negociación subsiguiente.

Es verdad que el calendario del que se ha venido hablando para el desarrollo de los acontecimientos parece que se retrasa y que ya se han producido las primeras decepciones entre quienes anticipaban, por ejemplo, que el acto del sindicato LAB en Pamplona el domingo 6 iba a constituir la primera expresión clara del distanciamiento abertzale de ETA. Pero es posible que esa expectativa fallida -una más- pueda compensarse con el avance en la definición política de ese 'polo soberanista', exigido por ETA, no se olvide, y que está llamado a concluir con EA como caballo de Troya de la izquierda abertzale para eludir la prohibición de la Ley de Partidos.

Para completar el panorama, se extiende la idea de que un Gobierno en serias dificultades políticas como el de Rodríguez Zapatero puede contemplar una tregua etarra y la aparente decantación política de la izquierda abertzale como una oportunidad para recuperar altura. Aunque hay quienes desmienten ofendidos esta posibilidad, el errático comportamiento de Rodríguez Zapatero y la ínfima credibilidad que puede atribuirse a sus compromisos inspira todo menos certeza. A Zapatero le bastará decir que también aquí las circunstancias son distintas para justificar cualquier movimiento.

Si ése fuera el cálculo, debería pensárselo dos veces. No hay alternativa plausible a una política que, con la colaboración francesa, incide en la debilidad sin remedio de la banda terrorista, intensifica su desmoralización, borra apoyos y acaba con lo que ETA tenía de símbolo.

Nada más valioso para los terroristas en las actuales circunstancias que atraer a un proceso de negociación a un Gobierno sensiblemente debilitado por su desempeño ante la crisis que al entrar en tratos con la banda perdería la iniciativa, dejando en manos de ETA una de las claves de su suerte política. Tras el fiasco de la legislatura anterior, sería demasiado temerario, incluso para Zapatero, confiar en que otra vez la retórica de las buenos propósitos y el anhelo de paz exculparía al Gobierno de un nuevo paso en falso. Lo que alguien puede creer que se trataría sólo de una rentable escenificación del fin de ETA puede convertirse fácilmente en un laberinto de salida incierta y costosa.

Sigue sin haber nada nuevo en la expresión política de la izquierda abertzale. Nada nuevo sobre lo que dijeron y firmaron en mayo de 1999 al pactar el apoyo a Ibarretxe. Nada más que el recurrente manoseo de las palabras al que insisten en dar aire de novedad los incansables escrutadores de la micropolítica abertzale. No nos confundamos, no han cambiado, simplemente se han debilitado. Sería un grave error confundir cambio con debilitamiento. Si hubieran cambiado, sólo buscarían entrar en el juego político de la democracia. Para ello -nos lo ha recordado el Tribunal de Estrasburgo-, además de dejar las pistolas antes de entrar en las instituciones, hay que renunciar a un proyecto incompatible con los principios democráticos como el que propugna la izquierda abertzale, que sigue orbitando alrededor de ETA.

Pero no han cambiado. Han perdido, que no es lo mismo. No son demócratas conversos sino enemigos de la democracia que no han podido con ella. Evitar la derrota final les exige ahora sofisticar su señuelo y reinventar esa narrativa virtuosa del aparente divorcio de ETA. Una narrativa que exige que se ponga en marcha lo que con desfachatez infinita llaman un 'proceso democrático' que legitime su trayectoria criminal.


http://www.elcorreo.com/vizcaya/v/20100614/opinion/cambio-debilidad-20100614.html

domingo, 13 de junio de 2010

ETA, en América

VIRGINA RÓDENAS

ABC 13/06/2010


Nunca agradecerá bastante Alicia Koplowitz la tacañería de ETA». Así arranca Florencio Domínguez, el gran especialista en la banda, el primer capítulo de su revelador libro «Las conexiones de ETA en América» (RBA), documento imprescindible para conocer los propósitos de estos asesinos, sus fortalezas y debilidades, que el investigador teje tirando minuciosamente de los hilos de la tela de araña del terrorismo al otro lado del Atlántico.

«Es que la roñosería de los miembros de ETA –dice socarrón Domínguez -, que hurtó al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) chileno gran parte del botín por el secuestro de Emiliano Revilla, provocó el fin de su colaboración y que se librara de sus garras el siguiente objetivo, Koplowitz. Aunque para ser precisos debería decir que en el secuestro de Revilla quien colaboró fue ETA y el trabajo lo hicieron los miristas, que se ocuparon de todo: hacen las labores de información, los seguimientos, buscan la casa donde esconderlo, construyen el subterráneo donde meterlo, ponen el coche, buscan casa a los etarras a su llegada a Madrid… Vamos, un secuestro “prêt-à-porter”. Lo único que no hacen los chilenos es coger a la víctima y negociar el rescate. Y luego va ETA y no les da ni el 10% del botín tras la gran inversión de los clandestinos chilenos. Así que rompieron».

Domínguez, que maneja una monumental documentación con profusión de todo tipo de datos, explica a Los Domingos de ABC que, a medida que iba sistematizando la información para el libro y veía la cantidad de conexiones entre ETA y el resto de clandestinos que han existido y existen en Iberoamérica, «me daba cuenta de que lo que conocemos es sólo la punta del iceberg, y que por debajo hay muchas cosas que nos faltan por conocer. Con ETA siempre nos pasa eso, que al cabo del tiempo vamos recomponiendo los pasos que ha dado, pero siempre nos quedan cosas…».

De lo que el periodista no alberga la menor duda es de que ETA siempre quiso ser una guerrilla. «Siempre reacia a establecer contactos con grupos terroristas europeos, a excepción del IRA y algunos nacionalistas corsos y bretones a los que ha utilizado, no ha simpatizado con ninguno. En cambio, sí se ha identificado con los grupos latinoamericanos y creo que eso responde a que a ellos también les hubiera gustado ser una guerrilla, tener un territorio liberado y controlar un espacio geográfico, poder salir uniformados y no tener que hacer terrorismo urbano en un país lleno de casas, de carreteras y de polígonos industriales; esa es una nostalgia de ETA: le hubiera gustado ser como las FARC».

De hecho, ha habido etarras que han pertenecido a esas guerrillas y han combatido con ellas. «Por ejemplo, Luis Ignacio Iruretagoyena “Suni”, al que indicios policiales apuntan como el autor del artefacto que reventó la T-4 de Barajas, estuvo muchos años de artificiero de la guerrilla salvadoreña y a él se atribuye la voladura de dos puentes estratégicos en El Salvador. O Galarraga Mendizábal, otro que combatió con los salvadoreños varios años, que luego volvió al comando Donosti y murió en 1986 en un enfrentamiento con la Policía. O Carasatorre Aldaz, con una larga lista de asesinatos en Guipúzcoa -entre ellos la colaboración en el de Gregorio Ordóñez- y que también luchó en aquella guerrilla. Todos aprendieron en esas filas y aplicaron al volver su experiencia».

Cuenta Florencio Domínguez que lo que más le ha llamado la atención en ese descenso al detalle de las conexiones de ETA en Iberoamérica han sido un par de epidosios que tienen que ver con la actuación del servicio de inteligencia español CESID. «Uno, su intervención con las FARC, en la época en la que el Gobierno español apoyaba el proceso de paz en Colombia, con la que logró que durante poco más de dos años la guerrilla colombiana interrumpiera sus relaciones con ETA. Y, por otro lado, la relación que el CESID establece con los tupamaros haciendo que ETA se enfade y rompa con los uruguayos, a los que había ayudado económicamente a cambio de cobertura para instalarse en Montevideo. Todo eso contribuyó un poco más al aislamiento de la banda».

Sin embargo, la mediación de los servicios de inteligencia españoles no fue el único motivo de conflicto con los tupamaros, ya que en 1997, tal y como relata Domínguez en su libro, «tres veteranos dirigentes de este grupo, Eleuterio Fernández, Pepe Mujica -actual presidente de Uruguay- y Julio Marenales habían firmado una carta dirigida a ETA implorando por la vida del concejal del PP Miguel Ángel Blanco». Los antiguos líderes del MLN-Tupamaros le habían escrito a ETA: «Os pedimos humildemente, sin pretender injerencias indebidas o imposibles, que reconsideréis la resolución tomada. Os pedimos la vida de Miguel Ángel Blanco». La respuesta etarra la dio Gorka Martínez Bilbao, en su condición de responsable de relaciones internacionales de HB, acusando a los uruguayos de haber «otorgado una valiosísima ayuda al enemigo de nuestro pueblo».

Tampoco fue éste el único desencuentro de ETA con las guerrillas a las que tanto admiró. Porque la banda siempre que ha visto que aquellos con los que ha mantenido lazos fraternales deciden emprender rutas distintas a las de la violencia, rompe relaciones. «Hay dos episodios muy claros en este sentido. Uno es el de la pérdida de poder de los sandinistas en 1990 a favor de Violeta Chamorro y su decisión de pasar a la oposición e intentar ganar desde ahí el poder, lo que para ETA supone un jarro de agua fría. El otro suceso es la firma por parte de la guerrilla salvadoreña de los acuerdos de paz, y el desencanto de ETA, que coincide en el tiempo con su alejamiento de los grupos centroamericanos y su sustitución por las FARC, que siguen practicando la guerra y el terrorismo. Y es que ETA -puntualiza el especialista- busca de alguna manera con estos contactos legitimarse a sí misma y a su propio terrorismo, es decir, buscar justificación exterior, verse en el espejo de otros grupos para sentir que su actividad terrorista es legítima».

Y ahí es donde llega el aldabonazo de la realidad al hilo de la abundancia de datos que maneja Domínguez. «Porque en sus relaciones internacionales -afirma- ETA ha proyectado su propia incapacidad para plantearse el abandono de las armas». Entonces, ¿qué podemos esperar? «De ETA, siempre lo peor. En el último debate que han tenido, y que han tardado dos años y pico en concluir, tras la ruptura de la tregua en 2006, han llegado a la decisión de continuar con las armas. No seguir con el terrorismo no ha sido cuestionado aún por mucho que diga ETA-Batasuna. Otra cosa son sus posibilidades operativas, sus posibilidades políticas de hasta dónde son capaces de tensar la cuerda; pero lo único cierto hoy es que su voluntad es la de continuar».

Los diagnósticos de este especialista son infalibles. Ante el último, surge otra cuestión: ¿Y qué tienen que decir de todo eso los presos? «Tradicionalmente no han tenido ningún peso y han estado supeditados a la estrategia de la dirección de ETA. Casi siempre -explica- los ha tenido bajo control. Porque son los presos y sus familias, y para un preso es muy difícll dar el paso de romper con la organización, porque no es una decisión individual. Y si lo dan, a lo mejor nadie va a comprar a la tienda que tienen sus padres en el pueblo o a su hermano lo miran mal en las cuadrillas. Todos esos factores de presión exterior inhiben la capacidad de los presos de distanciarse».

«Por otro lado -añade el experto-, mientras alimentemos expectativas políticas de ETA y de Batasuna, pretender que los presos estén dispuestos a romper con ETA es inútil. Porque engordando la idea de que Arnaldo Otegi le va a dar una vuelta a esto y va a buscar una solución en unos meses, el pensamiento de una gran parte de los presos es “pues yo me quedo a esperar ver qué dice, no rompo con mi entorno, y nos vamos todos juntos”. Por eso, insisto, dando alas a las expectativas de Batasuna, contribuimos a que las disidencias de los presos no se extiendan. Son vasos comunicantes».

Entretanto, el cerco se estrecha. En Francia, la colaboración del Gobierno de Sarkozy con los cuerpos de seguridad españoles los asfixia con detenciones continuas y ya se cuentan con los dedos de una mano, y sobran, los santuarios que les dan respiro. «Fundamentalmente, Venezuela -apostilla Domínguez-, porque aunque en Cuba están, y los que están, están seguros, en la isla hay “numerus clausus” y no se permite el acceso indiscriminado de miembros de ETA; además, el que sale, no entra. Y en México sigue habiendo muchos, pero están perseguidos, y los que allí viven saben que pueden ser detenidos y enviados a España bien por expulsión directa o extradición, ya que los gobiernos mexicanos colaboran con España desde 1995. Aproximadamente, un tercio de los que había en los 90 en territorio mexicano han sido capturados y entregados a España, y hay otros, antiguos, que ya tienen papeles gracias a una regularización de López Portillo, pero esa gente está apartada de ETA Así que sólo les queda Venezuela».

Los zapatistas hieren a ETA

Pero antes de entrar en la jungla de Hugo Chávez, no podemos pasar por alto el desencuentro de ETA con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y su líder, el subcomandante Marcos, quien llegó a pitorrerase de la banda en un cruce de misivas. Todo arrancó de un reto, también por carta, del juez Garzón al terrorista mexicano para debatir «sin máscaras y disfraces, cara a cara» sobre terrorismo y rebeldía. Se fijó un encuentro para el 3 de abril de 2003, en Lanzarote, e invitaron a ETA, a la que el zapatista escribió pididendo una tregua unilateral de 177 días. «En caso de que no acepten -les decía Marcos- me ofrezo personalmente como víctima propicia en su próximo ataque».

La respuesta etarra fue que no querían ser parte de «una pantomima u opereta». Y el del pasamontañas y la pipa arremetió de nuevo: «Sabemos que están enojados porque piensan que no les tomamos en serio (...) Nosotros no nos tomamos en serio ni a nosotros mismos porque quien se toma en serio acaba por pensar que su verdad debe ser verdad para todos y para siempre. Y, tarde o temprano, dedica su esfuerzo no a que su verdad nazca, crezca , dé frutos y muera, sino a matar a todos los que no acatan esa verdad». La polémica, según Domínguez, hirió el alma de ETA y, aunque no respondió directamente, repitió sus explicaciónes en boletines internos hasta septiembre de 2004. ETA no volvió a escribir nunca más «Chiapas, libre».

Hoy Venezuela es su paraíso. «Se trata de una relación que es operativa a principios de los 90. Primero colaboran en la elaboración de morteros artesanales, y luego, a partir de 2003, en entrenamientos, intercambio de experiencias... Pero hay un problema anterior a Hugo Chávez, que es la tolerancia de todos los gobiernos venezolanos con ETA por la presión de la comunidad nacionalista vasca, muy influyente por su capacidad económica y empresarial, con prestigio social y acceso a las élites del poder. Pasó con los democristianos, socialdemócratas y con Chávez, aunque ya no haya esas conexiones, pero mantiene la misma actitud e incluso les ha dado puestos en el Gobierno, como a Cubillas, o les ha querido nacionalizar “in extremis ” como a Ayestarán, recientemente detenido en Francia a donde había regresado para reincorporarse a ETA».

Sin embargo, la postura de Chávez es contradictoria porque es el único gobernante venezolano que entregó a España tres etarras. «Algo coyuntural. No es fácil cambiar la política de un gobierno, pero se pueden ir dando pequeños pasos. Chávez tiene que valorar sus relaciones con España, como ha hecho Cuba, poniéndolas por encima de sus relaciones con ETA. Creo que empezaremos a ver colaboración de Chávez en cosas pequeñas, dirán que se ha perdido un miembro de ETA que hace dos meses estaba en Caracas, por si está en España o Francia... Cosas que pueden cambiar el ambiente sin que se note mucho».

Sin apenas fuelle exterior y agujereada como un colador, nos permitimos un chiste. ¿Entre dos guardias civiles se negociará la rendición de ETA? «ETA en su debate interno asume las filtraciones, como las asumió en el 2002. Quién sabe lo que hay ahí, lo veremos cuando termine». Entonces, ¿lo veremos? «Sí, sí -se apresura Domínguez-. Están en los minutos basura del partido, lejos de lo que han sido y la amenaza que han supuesto».


http://www.abc.es/20100613/espana/america-201006130235.html

domingo, 6 de junio de 2010

Humanitarios


JON JUARISTI

ABC 06-06-10



DESDE las guerras de disgregación de Yugoslavia y, en particular, desde la de Kosovo, el humanitarismo se ha convertido en un complemento de toda estrategia antiestatal. El UCK, la guerrilla independentista, provocó un éxodo de la población kosovar hacia Macedonia y Montenegro, cuyo impacto propagandístico en Occidente justificó los bombardeos de la OTAN sobre Belgrado que llevaron al armisticio y a la independencia de la región tras una breve fase de protectorado militar atlantista. La guerra de Kosovo, en efecto, marca un deslinde histórico. Jamás antes se había producido algo semejante; es decir, la intervención «por motivos humanitarios» de una fuerza internacional contra un Estado y a favor de los intereses secesionistas de una guerrilla y de los movimientos políticos que la sostenían.

La conversión del humanitarismo en propaganda fue ya un elemento clave de la Segunda Intifada, que estalló a finales de septiembre de 2000, al año de la terminación de la guerra de Kosovo y en pleno auge del intervencionismo filantrópico. Éste, sin embargo, experimentaría un cierto descrédito a raíz de los atentados islamistas en Nueva York y Washington del 11 de septiembre de 2001 y de la consiguiente reactivación de la doctrina norteamericana de la seguridad nacional, que primó el concepto de «guerra contra el terrorismo» (bajo el que latía el más tradicional de «guerra preventiva»). Sin embargo, el desánimo de las democracias occidentales ante el estancamiento de la situación bélica en Irak y Afganistán permitió que el islamismo provocara, en el entorno de Israel, dos nuevos conflictos que respondían a una misma lógica: se trataba de plantear la desaparición del Estado judío como condición de un hipotético apaciguamiento global. Ambos siguieron, ampliándola, la pauta clásica de los terrorismos antiestatales, es decir, la conocida espiral acción-represión. Se provoca mediante un conjunto de atentados la respuesta violenta del Estado, y se presenta ésta, a continuación, como un crimen de lesa humanidad. Así procedieron Hezbolá, desde el Líbano, en 2006, y Hamás, desde Gaza, en 2008, con los mismos métodos: ataques con cohetes contra territorio israelí y secuestros de jóvenes soldados, mera clase de tropa. Como era previsible, el Ejército israelí invadió el Líbano y Gaza, donde los terroristas convirtieron a la población chiíta, en un caso, y a los civiles gazanos, en el otro, en sus escudos humanos. Una buena parte de los corresponsales de prensa y diversas organizaciones humanitarias les hicieron el trabajo propagandístico.

Como lo han hecho ahora, ante la provocación de una flotilla sedicentemente humanitaria y la desafortunada actuación del Ejército israelí, cuyos responsables deberían haber previsto otros modos de interceptarla que no pasaran por el abordaje desde helicópteros, bajando a sus soldados uno a uno hacia una masa hostil armada de bates y navajas. Desde aquel 3 de octubre de 1993 en que los Rangers americanos se metieron ellos solos en la trampa de Mogadiscio no se recuerda torpeza semejante. Es lamentable, por supuesto, la muerte de los nueve turcos del Mavi Marmara, pero confieso que los supuestos turistas del ideal no me inspiran simpatía alguna. Ni siquiera Hedy Epstein, la dulce abuelita judía «superviviente del Holocausto» (una aclaración: fue evacuada a Inglaterra en 1939, aunque sus padres, es cierto, murieron en Auschwitz), que hace causa común con negacionistas como Ahmadineyad en el empeño de diabolizar a Israel, donde viven aún bastantes miles de auténticos sobrevivientes de los campos nazis de la muerte.


http://www.abc.es/20100606/opinion-firmas/humanitarios-20100606.html