lunes, 26 de julio de 2010

ENTREVISTA: ÁNGEL UGARTE Ex jefe de los servicios secretos en el País Vasco La lucha contra el terrorismo


"No espero que ETA se disuelva voluntariamente"

ANDER LANDABURU - Bilbao - 26/07/2010

El País



"¡Ángel, tienes que salir de Vitoria ya! Un comando te ha localizado y va a por ti. Los tienes encima. ¡Es una orden estricta del director!". Pero aquél 5 de enero de 1979, Ángel Ugarte (Vitoria, 1931), el jefe de los servicios secretos en el País Vasco, visiblemente disgustado, decidió demorar unas horas el cumplimiento de la orden para asistir al primer baile de su hija Ana en el Tenis Club de la capital alavesa, porque los etarras no iban a estropearle esa velada a su familia.

Sin embargo, a punto estuvieron de lograr su objetivo, cuando, ya de noche, y regresando a su casa, la familia Ugarte vio a dos jóvenes que salían de entre los coches aparcados en la actual avenida Gasteiz. "Tuve tiempo de apartar a mi mujer de mí de un empujón y sacar la pistola que, gracias al aviso que me había dado el Servicio apenas hacía tres horas, llevaba montada, sin seguro y empuñada bajo la gabardina. Al ver mi gesto, los dos etarras se dieron la vuelta, echaron a correr y se perdieron entre los coches aparcados. Supongo que aquellos individuos eran el comando que tenía encima", recuerda Ugarte.

Este intento de atentado, que no sería ni el primero ni el último, contra el militar de profesión, precipitó la decisión, y a las pocas horas y con estrictas medidas de seguridad, Ugarte abandonaba el País Vasco para iniciar su nueva vida de exiliado en Madrid. Así acababa la intensa labor del primer hombre que se sentó a negociar con ETA, mientras durante cinco años (1974-1979) asestaba duros golpes a la organización terrorista.

Al convertirse en uno de los mejores conocedores del entramado etarra, Ugarte logró desmantelar, en 1975, a la cúpula de la banda, detener a sus dirigentes y a más de cien personas, colocando en el comité ejecutivo de ETA, a Mikel Lejarza Eguia, Lobo, el primer topo de los servicios secretos.

Ascendido a general en 1987, Ángel Ugarte se muestra dolido que en tres décadas nadie le haya consultado sobre esa dura experiencia, y por eso decidió relatar sus recuerdos en el libro Espía en el País Vasco, que se publicó en 2005 con poco éxito editorial. Hoy, a sus 79 años, con una sorprendente memoria, el antiguo espía recibe a El PAÍS en su piso de una urbanización moderna cerca de Madrid.

Pregunta ¿Existe alguna posibilidad que se acabe ETA, como organización terrorista?

Respuesta. Me remito a lo que siempre ha dicho ETA, que tiene vocación de eternidad. No es lo que intenta, no es un capítulo determinado de la independencia del País Vasco con un Estado marxista. ¡No! Es un paso más hacia el infinito. ETA no se ha planteado nunca, dónde ni cuándo va a terminar, y si no se acepta esta evidencia es muy difícil acabar con ella. ETA ha ido evolucionando, ha ido creciendo. El crecimiento desde mi época de los años 70, hasta hoy, ha sido tremendo en todos los sentidos, con altibajos, pero tremendo. Sobre todo en el tema económico que, al final, es el que mantiene la estructura de la organización, el que la alimenta, el que la da vida, con mucho dinero y una administración muy rígida. Como ejemplo, recuerdo que en mis tiempos, Txomin Iturbe tenía una cuenta corriente en el Banco Bilbao de Bayona. Desde entonces, ¿dónde están las cuentas de ETA?, ¿dónde está el dinero de ETA?, ¿por qué canales distribuye su dinero a nivel nacional e internacional, en Francia, en España, en Suramérica? Mientras no consigamos cerrar la fuente de los ingresos, ETA, no estará dispuesta a acabar de ninguna manera.

P. En su época, también, se extorsionaba y mucha gente ya pagaba el llamado impuesto revolucionario.

R. Mucha gente, mucho empresario, pero, sobre todo, muchos Colegios Profesionales de abogados, médicos, y arquitectos. Ellos no pagaban, pagaba el Colegio. Creo que siguen aportando mucho dinero a ETA.

P. En su libro se queja que en estas tres últimas décadas no le hayan consultado, ni preguntado sobre la diferencia entre los contactos que usted mantuvo con ETA y los que se concretaron después.

R. Los míos tuvieron una gran ventaja. Primero, que fue ETA la que pidió entrevistarse conmigo. Yo no fui a buscar a ETA. La sorpresa fue que ETA quería verse conmigo. Esa era la ventaja. Ahora, el que lleva la desventaja, como ocurrió después, es el que va a ofrecer algo. Todo lo de Santo Domingo, Argel, Ginebra, con Txomin Iturbe, Antxon Etxebeste, Josu Ternera..., en ese ir y volver, el Gobierno perdió la iniciativa, porque era el que iba a ofrecerse, a ver lo que se podía hacer, y ETA, como siempre, planteó lo imposible.

P. ¿Y cómo analizaría las últimas negociaciones y treguas?

R. Como una estrategia y maniobra táctica de ETA, ya escrita hace treinta años; continuas ofertas de tregua, para que al final sea ella la que imponga sus condiciones. El diálogo se debe hacer con profesionales, y el que lo pida tiene que ser el que peor está, no al revés. Y el que peor está frente al Estado siempre es ETA. Es la parte más débil, haga lo que haga. ETA debe pedir el diálogo, no el Gobierno. Conmigo lo hizo, para avanzar en esa maniobra de los polimilis, planteada por Pertur, de crear un partido político, cuyo error fue creer que ese partido iba a mandar en toda la organización. Yo vi que aquello iba a ser un disparate, que iba a conseguir un enfrentamiento entre grupos de ETA, y que el camino a seguir era hacerles daño y debilitarles. Mientras tanto, yo seguía, también, con la operación Lobo que dio muy buenos resultados.

P. ¿Y qué se ha hecho tan mal en todas las siguientes operaciones?

R. El pretender siempre sacar ventaja política. Como en el último caso del político Jesús Eguiguren, que para mí ya está de antemano contaminado. Si con ETA se va a buscar un resultado político a corto plazo, ya está uno perdiendo de antemano. El que quiera plantear con ETA, el sentarse para que en un plazo de un año o dos se encuentren soluciones, más o menos, definitivas o posibles, ya está perdiendo la partida. Sí además, es un elemento contaminado, un político que pertenece a un partido, que se debe a ese partido, y que siempre va a buscar ventajas para ese partido, entonces esa persona tampoco me sirve. Por eso hay que buscar a un profesional, como hice yo, que no buscaba ninguna ventaja para un partido. Recuerdo la anécdota con el presidente de Gobierno Arias Navarro que llegó a decirnos que estaba convencido de que nosotros íbamos a por él, cuando se dio cuenta de que nosotros no íbamos a servirle a él, ni a su partido, ni luego a la UCD. Ahora, se intenta compensar el desastre económico que se padece, y por esa vía poder ganar las próximas elecciones. Así no se puede hablar con ETA. A mí me echaron, y Martin Villa me quitó de en medio, creyendo que ya tenía ganada media partida, y se iba a aprovechar de esa situación. Metió la pata.

P. ¿Entonces, no está de acuerdo con todo lo que se está haciendo, a pesar de los buenos resultados en la lucha contra ETA?

R. No, lo están haciendo mal. Porque ¿qué es negociar? El tener contactos en una democracia es lo normal; de amistad, de negocios, de Parlamento, charlas entre gente de todos los partidos, eso es absolutamente normal. Ahora, otra cosa es entrar en una discusión donde se habla de que si Navarra se va a incorporar a Euskadi, etcétera. Eso ya es una negociación. Es la impresión que ha dado el Gobierno al querer acercarse a ETA, para ver si ETA entra o no entra en el tema. Parece que a Zapatero lo único que le preocupa es que ETA mate, porque eso altera el gallinero. Que sea violento, independentista, rupturista, o marxista, eso le trae sin cuidado. Lo asume perfectamente.

P. Pero, usted que tiene cierta experiencia, ¿qué cree que debe hacer el Gobierno?

R. Seguir convencido que el Estado tiene potencia suficiente para poder ir asumiendo la existencia de un terrorismo, cada vez más reducido en sus posibilidades y en sus opciones. Aceptar que en una democracia la posibilidad de un acto terrorista de cualquier tipo es desgraciadamente normal, y tener una estructura nacional suficientemente fuerte para que se asuma la posibilidad de un atentado, con o sin muerte. Y mientras tanto seguir ese camino de ir reduciendo, con la ayuda de Francia -que en mi época no colaboraba-, el potencial de ETA. Sin necesidad de dar ninguna concesión a ETA, se puede seguir buscando su final. No digo acabar con ETA en dos o tres años, pero se hará, o ETA se convertirá en un GRAPO, en algo residual. El fenómeno ETA hay que admitirlo y asumirlo. Pero sin darles la más mínima concesión.

P. Hoy se dan posturas contradictorias; unos dicen que si el entorno de ETA condena la violencia podrán presentarse a las elecciones. ¿Eso puede fomentar el aislamiento de ETA, y su crisis interna?

R. Todo lo que sea dividir, y enfrentar al enemigo es positivo. Pero no se puede ir de ingenuos por la vida, y favorecer lo que es el complejo de ETA, como era ANV. Y aunque EA sea un partido legal habrá que pensarlo y ver lo que se puede hacer para que no se convierta también en el entramado y aliado de ETA. Eso es cuestión de política, y de los jueces. Hoy en día sería un disparate que Batasuna, bajo cualquier fórmula, pueda presentarse a las próximas elecciones. En ETA siempre ha mandado el que tiene el arma en la mano y el que tiene el dinero.

P. ¿Qué hubiese cambiado si llega a entrevistarse con Argala el dirigente de ETA-m?

R. Me quedé siempre con la duda, y no sé en qué medida hubiese cambiado el futuro de ETA, si llegamos a vernos. Era el momento en que él me llamaba para saber qué podía pasar a la muerte de Franco. Yo lo tenía claro, y acerté plenamente de cómo iba a ser el cambio. Esa iba a ser probablemente mi conversación con Argala, sobre las garantías que podíamos dar. Según me contaron sus compañeros no le dejaron acudir a la cita de París.

P. Por cierta colaboración, por omisión o miedo, ¿puede haber alguna responsabilidad de la sociedad en el tema de ETA?

R. Claro que la sociedad tiene muchísima responsabilidad, y en nuestra tierra los partidos nacionalistas, como el PNV, también la tienen, al querer hacerse dueño de todo el País Vasco a costa de lo que sea, sabiendo que ETA era indirectamente un apoyo fundamental para conseguirlo. Xabier Arzalluz fue el primero que engañó a Martín Villa, y yo se lo avisé muchas veces, diciéndole que le diera todos los poderes porque él iba a encargarse de solucionar el problema de ETA. Era el planteamiento de Arzalluz en el año ochenta. Era una oferta engañosa porque sabía que no lo haría, ni lo podía hacer. Además, se fue a ver a los polimilis a decirles que no lo dejen. El PNV no nos dio ningún apoyo en la lucha contra ETA en esa época. Pero, a pesar de todo eso, se ha ido avanzando, aunque no espero que ETA se disuelva voluntariamente. Por eso hay que acabar con ella ahogándola con la policía, la colaboración internacional, la Justicia, y a nivel económico que es lo que no se ha hecho nunca. ¿Qué es lo que nos aterra de ETA?, no es que mate, sino cómo nos condiciona la vida de todos. Eso es lo tremendo de ETA, porque matar ya mata poco. Ya no puede como antes y no le conviene porque se arriesga mucho. Así como antes mataba y no pasaba nada, cuando daban el salto a Francia y allí a las dos horas estaban tomando un vino en San Juan de Luz, ahora sus pistoleros corren muchos riesgos para poder salir vivos.

P. ¿Entonces qué pasos se deben dar?

R. En esto momento debemos frenar y prohibir, si es posible, la presencia de ETA en las instituciones, y seguir con el tema policial y sus éxitos, y empezar con el tema económico de una vez. Seguir investigando ese tema que es fundamental. Para mí que hay bancos que están manejando el dinero de ETA, y eso es terrible decirlo, pero es así. Así, como están manejando el dinero del narcotráfico en paraísos fiscales. Además, nadie me puede decir que un monigote que ha estado hace tres años en la kale borroka, hoy en día, sea el jefe de ETA. Porque si es así, de verdad, ETA hubiera desaparecido, porque una organización no puede resistir que en tres años se acabe con varios de sus dirigentes principales. El núcleo que dirige verdaderamente y que mantiene ETA está alrededor de su poderío económico y es el que verdaderamente da continuidad a la organización, y se compone de gente muy importante que no sale de la kale borroka. Pueden ser abogados, profesionales, algún empresario, profesores de Universidad, gente de cuello blanco, etcétera y a esos hay que llegar.




Ángel Ugarte (Vitoria, 1931) Militar de profesión. En 1972 fue destinado a los servicios secretos en el País Vasco, que dirigió entre 1974 y 1979. En el desempeño de su cargo, inició contactos en 1975 con dirigentes de ETA, con los que llegó a mantener negociaciones secretas en Ginebra y diferentes lugares de Francia y España. Ángel Ugarte, diplomado de Estado Mayor, ascendió en 1987 a general de Artillería y un año más tarde fue nombrado director de la Academia de Artillería de Segovia y gobernador militar de esta provincia. En 1991 pasó a la reserva.



http://www.elpais.com/articulo/pais/vasco/espero/ETA/disuelva/voluntariamente/elpepuespvas/20100726elpvas_2/Tes

jueves, 8 de julio de 2010

Paradojas de la crisis

08.07.10

JUAN IGNACIO PÉREZ IGLESIAS |

El Correo



«Dicen que la propuesta de Obama de que el Estado gaste mucho para estimular el consumo es progresista y la de Merkel de equilibrar gastos e ingresos es conservadora. Suena tan simple y tan maniqueo que resulta inverosímil»


Antes de la crisis económica combinábamos, con desparpajo, un intenso consumo de todo tipo de bienes y servicios con una difusa mala conciencia, de bajo perfil, por lo mal que creíamos estar tratando al planeta. Está claro que había una contradicción palmaria entre una cosa y la otra, pero la sobrellevábamos con desenvoltura.

Los argumentos valen casi para cualquier aspecto de lo 'ambiental', pero empezaré por la preocupación por el clima terrestre. Antes de la crisis el planeta se calentaba. Y al parecer la culpa la teníamos todos, porque no hacíamos nada para consumir menos combustibles fósiles. Emitíamos mucho CO2 y otros gases a la atmósfera, y entre todos ellos hacían que el calor no se escapase hacia el espacio y se quedase con nosotros. Durante años nos han sermoneado con estas cosas, y a uno, cada vez que irresponsablemente encendía el aire acondicionado del coche, le entraba un complejo 'planeticida' terrible. Se descongelarán los polos, el nivel del mar subirá y anegará las planicies costeras. Las epidemias tropicales nos acecharán y alguna hará presa de nosotros. La agricultura se resentirá y mucha más gente pasará hambre. Habrá sequías devastadoras y tornados y huracanes.

No sólo el clima era un problema. También estábamos agotando los recursos naturales, cada vez más escasos, según el discurso ecologista oficial. Los más pesimistas, con Jeremy Rifkin a la cabeza, nos advertían de que quedan menos reservas de hidrocarburos fósiles que las que ya hemos gastado, y que en muy poco tiempo la carestía petrolera iba a ocasionar -lo estaba ocasionando ya- un aumento desbocado de guerras y conflictos por esa causa. Y por supuesto, lo mismo cabía decir de todo tipo de metales y otros minerales. Su previsible agotamiento nos abocaba a un escenario de pesadilla, tan del gusto de cierto cine futurista.

Los gobiernos, sobre todo los etiquetados de progresistas, y desde luego los que nos gobernaban, desde Bruselas, Madrid o Vitoria, pusieron su granito de arena para combatir el cambio climático y promover prácticas de consumo 'sostenible' o , si se quiere, 'responsable'. Y todo ello venía aderezado con agendas locales 21 y cosas por el estilo. Se nos aleccionaba acerca de lo bueno que era consumir poca gasolina. Se afirmaba -así de pomposamente- que debíamos transitar hacia otros modelos de movilidad; la llamaban movilidad sostenible: más transporte público, menos chatarra en calles y carreteras, más coches híbridos, más investigación para desarrollar otras fuentes de energía. En fin, atmósferas limpias, menos CO2, menos óxido nitroso, menos efecto invernadero, un planeta algo más frío.

Pero la crisis ha venido a trastocar del todo esos esquemas. Resulta que compramos la mitad de coches que antes, y gastamos mucha menos gasolina. Todo parece indicar que no necesitamos tantos coches, o no necesitamos tanto el coche. Ahora no se cambia de vehículo cada dos por tres y hasta es posible que vayamos más en autobús, o en metro. Y, en general, se consume menos de todo salvo, quizás, alimentos. Y eso, que puede ser bueno para el planeta, resulta que es malo para la economía. Porque si se consume menos se vende menos, y si se vende menos, se fabrica menos, y si se fabrica menos, hace falta menos gente trabajando, por lo que las empresas cierran y se pierden puestos de trabajo. Y luego viene todo lo demás: la gente gana menos o no gana nada, y a partir de ahí se desencadena toda una secuencia de daños que hacen que, en general, vivamos peor, seamos más infelices y tengamos menos esperanza en el futuro.

Dicen que en los países occidentales se contraponen dos posturas a la hora de diseñar las políticas para combatir la crisis. Por un lado, Barack Obama se muestra partidario de estimular la actividad económica gastando el dinero de todos, de manera que ese dinero sirva para que la gente consuma más y de esa forma se active la cadena productiva, con sus consiguientes beneficios. Por el otro lado, parece que están los principales países europeos, con Angela Merkel a la cabeza, aplicando y promoviendo básicamente lo contrario: prefieren equilibrar gastos e ingresos. Opinan que hay que evitar que el gasto público, al detraer demasiados recursos del sistema económico, lastre su funcionamiento, o llegue incluso a poner en peligro su viabilidad.

El debate tiene, seguramente, mucha enjundia desde el punto de vista de la teoría económica, pero a los legos no nos es dado comprenderlo en toda su dimensión. Uno, de talante más bien austero, ve con simpatía la actitud ahorradora alemana. Es lo que tienen los años pasados en casa de los padres, que también en esto dejan huella. Pero, inclinaciones personales al margen, otros son los aspectos de esta cuestión que me interesan ahora. Dicen que lo que propone el señor Obama es progresista y lo llaman neokeynesiano, para no dejar al liberalismo el monopolio del prefijo. Y también dicen que lo que propone la señora Merkel es conservador, y lo tachan, cómo no, de neoliberal. Lo de los norteamericanos es progresista, al parecer, porque se toma por tal todo aquello que suponga que el Estado gaste mucho. Siguiendo la misma lógica, lo de los alemanes es conservador, porque intenta que el Estado gaste poco. Y la verdad es que suena tan simple y tan maniqueo que resulta inverosímil.

No resulta creíble, y menos creíble aún si lo ponemos en el contexto de la cuestión ambiental a que antes me he referido. No me encuentro entre los agoreros ambientalistas que ven el fin del mundo a la vuelta de la esquina. Pero aprecio la austeridad, el consumo responsable y el respeto por el entorno. Tengo la intuición de que las posturas europeas en todo este debate son, desde más de un punto de vista, las verdaderamente progresistas. Y no deja de causarme asombro que los mismos que hasta hace nada eran adalides del llamado desarrollo sostenible sean ahora quienes con más ardor defienden, si bien con otras palabras, la vuelta al consumo desbocado.

sábado, 3 de julio de 2010

La tregua basura (II)

03.07.10

ANDRÉS MONTERO GÓMEZ |

El Correo



«No hay que hacer nada ante las propuestas de Batasuna. Nada de nada. La mayor garantía de éxito es que el Estado mantenga su estrategia de desmantelar a ETA poco a poco»


Igual Zapatero no se come el turrón electoral de ETA. Es difícil saberlo todavía. Lo que era conocido es que ETA y Batasuna son más o menos lo mismo. Es decir, distintas dimensiones, o dimensiones complementarias, de la misma cosa. Lo han dicho los tribunales y, no lo olvidemos, por eso está Batasuna ilegalizada y Otegi en prisión. Aunque parece una obviedad, es saludable no perder este axioma de vista en momentos de transición.

La ahora denominada izquierda abertzale antes llamada Batasuna tiene una hoja de ruta hacia su reinserción institucional. Si la tiene Batasuna no es nada ocioso suponer que la tiene ETA. Florencio Domínguez describía muy sintéticamente bien en este espacio hace poco la manera en que ETA había articulado la nueva estrategia hacia el independentismo. También llevamos tiempo advirtiendo de que la estrategia de Batasuna no puede ser ajena a ETA, porque no sólo son vasos comunicantes sino conductos del mismo alambique. Incluso ya subrayábamos (EL CORREO, 16-4-10) que la nueva tregua, caso de producirse, no sería sino una tregua tóxica, una tregua basura que intentar colocar en el mercado de la esperanza para inocular activos políticos 'subprime', de nuevo, en las instituciones públicas vascas... y españolas.

El tiempo está materializando esos análisis. Eusko Alkartasuna y Batasuna ('Euskobatasuna' la bautizábamos, EL CORREO, 11-1-10) no están proponiendo nada nuevo, en realidad. Nada que no viéramos en Lizarra y nada que por supervivencia de ambos, atrapados entre el PNV y Aralar, no sea sensato proponer. La creación de un buque independentista vasco que trascienda el nacionalismo para abrir una década de trabajo en pos de una ruptura constitucional. ETA ya había establecido que la transición de la violencia tendría que desembocar, como condición necesaria, hacia ese rumbo. Batasuna está leyendo esas cartas de navegación para marcarlo.

Respecto de Eusko Alkartasuna, no es que esté actuando con conciencia plena de que ETA sea la diseñadora de las cartas... lo que ocurre es que se ha persuadido a sí misma de que, aunque ETA domine esta fase, al final la historia puede recordar a EA como quienes en un momento complicado dieron un paso al frente y lograron convencer a ETA -seduciéndola a través de Batasuna con el horizonte independentista- de que la violencia ya había dejado de ser rentable. Es una autoconvicción necesaria para EA en este momento, pero completamente infantil. ETA es la primera en tener claridad de que la violencia ha dejado de ser rentable a futuro pero, sobre todo, es la primera en tener conciencia de que hay que rentabilizar la violencia del pasado.

De nuevo nos estamos haciendo las preguntas equivocadas. La cuestión no es si ETA declarará o no una tregua (que lo hará) o si Batasuna condenará un atentado (si lo hubiese, ya está diseñado el texto de ingeniería semántica para calificarlo como un obstáculo hacia el independentismo), sino cuánto estamos dispuestos a pagar por la desactivación de ETA.

El precio ya está fijado. De Eguiguren podemos pensar que estaba afectado por una bajada de tensión cuando realizó sus últimas declaraciones... o bien el hombre nos estaba aportando una pista. Hablaba de reubicar a Batasuna en la política y también de presos. Estaba fijando la lista de precios aunque, por supuesto, sin enseñar la letra pequeña que, como todo el mundo que ha comprado algo en lo que le estaban engañando sabe, no se muestra hasta el final.

La letra pequeña del final de ETA es rentabilizar los años de violencia sin que parezca que haya habido violencia, como ha analizado con eficacia en estas páginas Joseba Arregi. El éxito de los dos actores principales en este tercer acto de la representación vendrá de elegir y ejecutar la mejor estrategia en un juego de suma cero. Traduciendo: lo que ETA gane será porque el Estado lo ceda. Batasuna está haciendo su recorrido inicial del lado de EA y del sindicalismo abertzale poniendo el acento sobre el independentismo sin violencia, así en genérico, sin condenar ni recriminar a ETA porque no se pueden objetar cuatro décadas de entrega a la violencia en las que unos y otros han participado. Hacer que Batasuna condene a ETA es hacerle pedir perdón por haber sido ella misma, lo cual sería lo más honesto pero desde luego lo más improbable. De esta forma, la cuadratura estratégica para Batasuna sería cómo incorporar a ETA al proceso rentabilizando los años de violencia, que para la izquierda abertzale son una enseña identitaria de militancia antiespañola, pero sin mencionarlos... y además haciendo a la banda terrorista partícipe del proyecto independentista pero dejando claro que su mera existencia es, a estas alturas, un obstáculo.

Del lado del Estado, la cuadratura estratégica sería conseguir la disolución sin ceder nada, ni en presos ni en política. Hay entendidos que postulan que algo debe cederse porque el objetivo lo merece, sobre todo en este momento. Están equivocados, siempre hemos estado equivocados. En toda negociación con ETA se llegaba a un callejón sin salida, precisamente porque se negociaba. Ahora hay que conservar el control del campo estratégico que, por una vez en la historia del pretendido conflicto, lleva el Estado. Es decir, no hay que hacer nada ante las propuestas de Batasuna. Nada de nada. La mayor garantía de éxito es que el Estado continúe manteniendo la que ha sido su estrategia exitosa... continuar desmantelando ETA poco a poco, negarle espacio político y social a cualquiera de sus expresiones y no aceptar posicionamientos en escenarios de ningún tipo. Si ETA declara una tregua, que lo haga, pero que no influya en el comportamiento del Estado. Si la denominada izquierda abertzale presenta listas, que las presente, se las investiga y anula siguiendo los procedimientos habituales si no cumplen con la ley.

Así planteada, la estrategia del Estado es una garantía que sólo se encontrará con el escollo de EA. Batasuna será legalizada porque será 'EuskoBatasuna'... no habrá nada entonces que ilegalizar porque no podrá aplicarse el bisturí. Y 'EuskoBatasuna' será la bolsa de votos de la izquierda abertzale y EA habrá recuperado, incluso hallado definitivamente, su granero de votos. Ya veremos si ése es el camino, al menos, de silenciamiento de ETA mientras vamos desarticulándola.


http://www.elcorreo.com/vizcaya/v/20100703/opinion/tregua-basura-20100703.html


La tregua basura
16.04.10

ANDRÉS MONTERO GÓMEZ |

El Correo