sábado, 7 de noviembre de 2009

Ser fuertes


06.11.09

J. M. RUIZ SOROA

Diario Vasco



Suele ser en los momentos de tensión por una amenaza exterior cuando se comprueba la fibra moral de una sociedad, así como el grado de cohesión que hay entre ella y su Gobierno. Aquello que el todavía opositor Rodríguez Zapatero llamaba «patriotismo cívico» cuando alababa la inicial reacción de la sociedad estadounidense ante el 11-S: todos unidos tras sus líderes políticos.

Bueno, pues ahora nos toca a nosotros. Aunque sea a una escala menor. La amenaza, no hay ni que decirlo, es la de unos piratas (unos modernos 'Robin Hood" según nuestra siempre inefable izquierda estúpida) que amenazan con aumentar el grado de tortura moral y física a que someten a unos trabajadores y compatriotas, que amagan con infligirles más severos daños. Aunque probablemente todo ello no es sino un escenario cuidadosamente diseñado por ellos mismos para lograr el máximo impacto mediático y aumentar el rescate. Es lo que hacen siempre: esos que llamamos «jeques tribales» saben más de la antropología de una sociedad occidental que nosotros de la suya, aunque suene a paradoja.

Una sociedad civil fuerte reaccionaría con unidad y tranquilidad: confiando en la profesionalidad de sus gobernantes que dirigen la negociación, y que son quienes mejor saben lo que hay que hacer. Dirigiría su rabia, una rabia tranquila, contra los culpables. No se equivocaría de enemigo. En una sociedad civil fuerte, los medios de comunicación públicos sabrían refrenar su tendencia a la explotación del emocionalismo fácil y pondrían sordina al grito angustiado de los que pierden los nervios porque les toca más de cerca. En una sociedad civil fuerte se dejaría hacer a las instancias competentes, sin presionarlas ni tironearlas sin más criterio que el arbitrismo o la ocurrencia de cada uno.

Miren a su alrededor y verán, mucho me lo temo, el ejemplo vivo de una sociedad débil. Una sociedad que confía muy poco en sus dirigentes, que sólo cree en que «el que no grita no mama». Una sociedad que está dispuesta antes a disculpar a los piratas que a pensar bien de sus políticos y de sus jueces. Unos políticos que, todo hay que decirlo, tampoco han hecho mucho para ganarse esa confianza que ahora reclaman, que han exhibido una mudanza de criterio asombrosa según iba la verbena.

Pues bien, a pesar de todo, yo apuesto por confiar en los que gobiernan, me niego a dejarme llevar por un 'síndrome colectivo de Estocolmo'. Luego vendrán tiempos para exigir responsabilidades, ahora es el de ser fuertes.


Una sociedad civil fuerte reaccionaría con unidad y tranquilidad


http://www.diariovasco.com/20091106/al-dia-sociedad/fuertes-20091106.html

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