domingo, 10 de abril de 2011

Comparaciones

10.04.11

JAVIER ZARZALEJOS

El Correo



La cuestión no son las 'actas' de ETA, sino la actuación del Gobierno. No habría que olvidar que las 'actas' se han conocido porque un magistrado -no el PP- considera esa documentación relevante para la instrucción del 'caso Faisán'


Aferrados a la supuesta fidelidad literal de unas notas de los representantes de ETA en la reunión de mayo de 1999 con enviados del entonces presidente del Gobierno José María Aznar, los mismos que califican las 'actas' de ETA de «bazofia» y «documentos llenos de mentiras, omisiones y manipulaciones», insisten en equiparar aquel encuentro en Suiza con el proceso de negociación con ETA-Batasuna mantenido por este Gobierno.

La legitimación retrospectiva de un balance de gobierno tan desolador se ha convertido en una necesidad crucial de los socialistas. Mucho más ahora que Zapatero tiene que construir con urgencia su propio relato viendo que desde sus propias filas se remite a la historia el juicio o, peor aun, la absolución por lo hecho en el poder.

A esta necesidad responde, en último término, un afán verdaderamente compulsivo por comparar, no como explicación sino como coartada. Resulta un poco excesivo, incluso para la agresiva propaganda oficial, equiparar un encuentro de dos horas y media, transcurridos nueve meses de tregua etarra, con un proceso de negociación que, según declaraciones en sede judicial, incluyó hasta 65 reuniones con la banda y 200 con su brazo político ilegalizado. Dicen -yo no lo creo- que en esa duradera relación hubo recepciones ofrecidas por los anfitriones noruegos, rondas de confesionario con los mediadores y almuerzos de trabajo. De ser así, hay que reconocerlo: el empaque sin precedentes que habría adquirido el evento negociador y su variada puesta en escena dejaría más disminuida aun aquella solitaria reunión en Suiza.

Como la propaganda lo es porque desafía la lógica y la realidad, lo que no explica es cómo ETA no aprovechó la oportunidad de sacarle hasta las entretelas al Gobierno del momento. Si se renunciaba a derrotar a la banda, si se invitaba a la negociación política, si Aznar no hacía otra cosa que acercar presos etarras para congraciarse con la banda, ¿cómo es posible que ETA dejara pasar todo lo que se le ofrecía? La propaganda no lo explica, ETA sí. En el 'acta' -aquí ETA habla de sí misma- reprocha a los interlocutores no llevar «ninguna propuesta concreta». Explícita fue también la banda en el comunicado de junio en el que informaba del encuentro: «Las premisas han sido claras, planteando por parte de la organización ETA la necesidad de respetar el proceso político que se ha iniciado y la palabra de Euskal-Herria y descartando por parte del Gobierno español esa posibilidad». Meses después en su boletín 'Zutabe', ETA insistía en que los enviados de Aznar habían ido «con las manos en los bolsillos» y criticaba al Gobierno por haberse situado como «un observador ajeno al proceso», un argumento que ya había utilizado en la propia reunión cuando espetó a los interlocutores: «Ustedes están realizando una lectura externa de la situación actual como si no estuvieran implicados». Ejerciendo de líder, en una entrevista al Diario Vasco el 31 de octubre de 1999, firmada por el hoy director general de EITB, Alberto Surio, Rafael Díez Usabiaga concluyó: «El Gobierno ha utilizado la única reunión con ETA como un instrumento represivo».

Lo cierto es que en aquellas circunstancias el Gobierno del PP creyó que lo conveniente era tener una reunión con ETA y muchas con el PSOE. Era lo que había que hacer. Años después, otro Gobierno decidió que lo conveniente era lo contrario: tener muchas reuniones con ETA y una con el PP. Por comparar.

Aznar dejó claro que se trataba de acreditar si en ETA existía esa voluntad inequívoca de abandono de la violencia de la que hablaba el Pacto de Ajuria-Enea. Pues bien, acreditado quedó que ni «final dialogado» ni «paz por presos». A pesar de lo que tantos sostenían, mientras presionaban al Gobierno para que librara a ETA de la carga de la prueba, ETA no jugaba a eso. Muchos de aquellos que entonces proclamaban el «final dialogado» como un imperativo moral, como una verdad evidente e indiscutible, hoy se exhiben escandalizados -«¡Aznar habló con ETA!»- desde su conversión forzada y a tiempo parcial a la primacía de la ley en la lucha contra ETA.

Sobre los movimientos de presos, es una lástima que la propaganda oficial, siempre atenta a recordar la autorización dada por el Congreso al Gobierno en mayo de 2005, tenga flaca memoria para las dos resoluciones parlamentarias de noviembre del 98 y de junio del 99 promovidas por IU y PNV y EA respectivamente, con el concurso del PSOE -el PP no tenía mayoría absoluta- en las que se instaba al cambio en la política penitenciaria. Se mantuvo la dispersión y de esos movimientos se excluyeron los traslados a cárceles del País Vasco de presos en cumplimiento de condena, salvo casos muy singulares y estrictamente limitados. Eso sí, faltaban 4 años y una mayoría absoluta del PP para que se pudiera impulsar con éxito una ley de cumplimiento efectivo de las penas que el PP venía reclamando en solitario desde muchos años atrás.

La cuestión no son las actas de ETA sino la actuación del Gobierno. Por mucho que se pretenda embarrar el terreno, no habría que olvidar que las 'actas' se han conocido porque un magistrado -no el Partido Popular- ha considerado que esa documentación es relevante para la instrucción en el 'caso Faisán' por la verosímil vinculación del llamado 'chivatazo' con la negociación con ETA. La sección de lo Penal de la Audiencia Nacional, con una posición discrepante, ha ratificado la imputación por delito de colaboración con banda armada a los implicados en el caso.


http://www.elcorreo.com/vizcaya/v/20110410/opinion/comparaciones-20110410.html

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