sábado, 9 de abril de 2011

Falsas denuncias

09.04.11

F. L. CHIVITE

El Correo


Preferimos creer que se trata de pocos casos. Pero la pregunta es: ¿cuántos son pocos?


Vivimos en una sociedad extremadamente judicializada. Las relaciones entre las personas se han sofisticado y cada día son más conflictivas. Y se legisla sobre todo. Supongo que es algo necesario, no digo que no. La posibilidad de acudir a la Administración de Justicia es, para cualquiera de nosotros, una garantía de que nuestros derechos serán respetados. Pero cada vez nos denunciamos más unos a otros. Y eso inevitablemente propicia la expansión de dos fenómenos pavorosos y relacionados entre sí: las denuncias falsas y los errores judiciales. Hace unos días leí el caso de un hombre que ha estado ocho años apartado de sus hijos por una falsa denuncia de violación. Ayer mismo, otro caso parecido: un español en Noruega, falsamente acusado de violación por la novia de su jefe, se ha pasado varios meses en las cárceles de ese país. Y a la vez, la curiosa historia de una mujer de 27 años que se enviaba anónimos amenazantes y se causó heridas de arma blanca a sí misma para presentar una falsa denuncia. La coincidencia de estas tres noticias en una semana, unida a la circunstancia personal de que hace unos años tuve ocasión de observar, en alguien muy cercano a mí, los devastadores efectos psicológicos que ocasiona en una persona inocente una falsa denuncia por violación, me han animado a tocar este engorroso asunto, sobre el que creo que se ha reflexionado y debatido muy poco en los medios. A menudo, alguien que ha sido falsamente denunciado por violación y condenado erróneamente (o bien porque se han extraviado las pruebas o bien porque no se ha considerado necesaria su existencia), tarda muchos años en recuperar su equilibrio emocional, si es que lo recupera. Ignoro si en España hay datos fiables sobre la magnitud de este fenómeno. A priori, preferimos creer que se trata de pocos casos. Pero acto seguido, la pregunta es: ¿cuántos son pocos? Decir que en España hay miles de inocentes encarcelados no es decir nada. Por lo que he visto, hay dos estudios (ambos estadounidenses) que tratan de abordar este tema. En uno de ellos (de 1985) se dice que las falsas acusaciones por violación suponían un 27% de las denuncias totales. En el otro (de 1994), se estimaba que podrían llegar a alcanzar el 40%. Pensar que estas cifras puedan ser extrapolables asusta. Se enumeran tres motivos mayoritarios por los que se realiza una falsa denuncia de este tipo: la venganza, el intento de crear una coartada y la búsqueda de atención y compasión. Conseguir hilar fino en esa turbiedad es difícil, desde luego. Quizá por eso, la mayoría quedan impunes, ya que no se considera denuncia falsa si no hay retractación de la denunciante. En cualquier caso, (desde que leí 'El proceso' de Kafka a una edad tal vez demasiado temprana) el tema de las condenas de inocentes siempre me ha parecido espeluznante.



http://www.elcorreo.com/vizcaya/v/20110409/opinion/falsas-denuncias-20110409.html



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