sábado, 18 de enero de 2014

San Mamés y el diputado

JUAN CARLOS SANCHO DIRECTOR DE IBERKONZERT

EL CORREO 18/01/14


Si se pudiese cuantificar la pérdida de tiempo causada por el fanatismo nacionalista, veríamos que los vascos nos pasamos la mayor parte del tiempo tirando el nuestro a la basura



No había vuelto a escribir desde que ETA dejó de asesinar, y nuestro lehendakari del fracasado plan hizo mutis por el foro, salvo algún artículo suelto motivado por la famosa Conferencia de Paz de San Sebastián. Recuerdo que en aquella ocasión, entre otras cosas escribí: «Reunidos en San Sebastián por invitación de los colaboradores y simpatizantes de la parte causante del conflicto, y después de escuchar exclusivamente sus alegaciones, hemos tomado la decisión de dejar en libertad provisional bajo fianza a los vascos no nacionalistas. La fianza se fija en el total cumplimiento de las exigencias de los terroristas. Y para que así conste a los efectos oportunos, bla, bla, bla… Firmado y rubricado, Kofi Annan y cía. Ha pasado el tiempo… y ustedes mismos… No había vuelto a escribir porque para pagar el pan que me alimenta, el traje que me cubre y la hipoteca de la mansión que habito, necesito unos medios económicos que no me aporta esto que ahora hago, ya que nunca cobro por lo que considero una obligación moral como ciudadano de este maltratado país.

Pero la tenacidad de la estupidez ha vuelto a rebasar lo soportable y aquí me tienen de nuevo, haciendo amigos…

Si se pudiese cuantificar la pérdida de tiempo causada por el fanatismo nacionalista, así como por la torpeza y cobardía de nuestros gobernantes, veríamos que los vascos nos pasamos la mayor parte de la vida, tirando el nuestro a la basura. Cuarenta años de sufrimiento para estar todavía poniendo en duda cosas tan elementales como el derecho de las víctimas a reclamar justicia. Cuarenta años con cerca de mil asesinatos, cientos de miles de vidas destrozadas, un país éticamente anestesiado y los culpables de esta tragedia, los liberticidas y sus cómplices, sin asumir un ápice de responsabilidad y arrepentimiento por el daño causado.

A todo esto, quienes han gobernado este país durante el tiempo de silencio, de razones impuestas por la fuerza y el miedo, tan felices; como si aquí no hubiese pasado nada, y además con prisas para el «borrón y cuenta nueva». No es de extrañar entonces que cualquier decisión de la justicia, cualquier medida del Gobierno central que impida a los fascistas burlarse del sufrimiento de las víctimas, suponga para ellos un atentado contra el «proceso de disolución» de ETA, ese grupo de falangistas con txapela a los que en los años de plomo siempre disculpaban y a quienes ahora quieren dar la absolución a toda prisa.

Y es que necesitan de inmediato ese final sin revisión, ese limbo vasco en el que brille por su ausencia la condena social de los asesinos, cómplices y beneficiarios de la barbarie. Su objetivo fundamental es eludir responsabilidades en las mil noches de los cristales rotos, y en definitiva, borrar de la memoria colectiva su responsabilidad por tanto sufrimiento.

Por eso ahí les tienen metiendo a gente buena y noble en una manifestación por el derecho de los liberticidas, cuando no han movido nunca un solo dedo ante el dolor y sufrimiento de una gran parte de su pueblo.

De todos modos el nacionalismo no es culpable, como tampoco lo fue con anterioridad el franquismo, porque como dijo Edmund Burke, «para que triunfe el mal, basta con que los hombres de bien no hagan nada», y en este país podemos presumir de gastronomía, de que el Athletic y la Real van bien en la liga y de muchas otras cosas, pero de espíritu de rebeldía social ante la tiranía, nada de nada.

Y hablando de fútbol, habrán tenido noticias de las declaraciones del diputado general de Bizkaia, ante la posibilidad de que el estadio de San Mamés se convierta en sede de la Eurocopa 2020.

Y es que, satisfecho del índice de paro y la boyante situación económica que atravesamos, no se le ocurre otra cosa que tender puentes con el resto de España para atraer el turismo y facilitar la labor de ventas de nuestras empresas. ¿Cómo? De la mejor manera posible: aireando a los cuatro vientos que su opinión es «que España no venga, y si eso supone que San Mamés no es sede de la Eurocopa 2020, que no lo sea porque hay cosas más importantes que salvaguardar», despreciando que ese año Bilbao y su entorno tengan unos ingresos por turismo nada desdeñables además de la promoción de la ciudad para el futuro. Luego este lumbreras se preguntará por qué a la Hacienda foral no le llega el presupuesto y tirará del manual de instrucciones del PNV: Madrid nos roba; la bota de Madrid nos oprime, y continuará acudiendo con asiduidad tan feliz a comerse un chuletón al Batzoki, con el resto de su equipo de científicos.

Como las consecuencias las paga el taxista que se pasa la vida haciendo cola en el aeropuerto esperando la llegada de viajeros, que ni llegan, ni se les espera. Como las consecuencias las paga el dueño y empleados de la tienda de la esquina, los restaurantes, hoteles, cafeterías, comercio en general… Como las consecuencias de su torpeza las pagamos los empleadores y empleados que no recibimos la ‘sopa boba’ de sus subvenciones. Como las consecuencias las paga en definitiva Juan Pueblo, ellos seguirán a lo suyo, sin importarles un bledo nuestra ruina.

Pero descuiden que aquí no cambiará nada. Llegarán las próximas elecciones y todo seguirá igual. Franco veraneó treinta y cuatro años en San Sebastián; éstos por lo menos ochenta.

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