sábado, 11 de septiembre de 2010

Internacionalizar

11.09.10

JAVIER ZARZALEJOS |

El Correo


«ETA busca embarrar el terreno facilitando la 'internacionalización del conflicto', es decir, de su problema. Sería momento adecuado de que el Gobierno previera cualquier equívoco. ¿Mediadores? No, gracias»


Todos nos hemos felicitado por la unidad que han demostrado los partido políticos ante la declaración de los encapuchados de ETA. El Gobierno ha querido mostrarse en términos particularmente enérgicos. Bien es verdad que el presidente confesó su decepción por lo anunciado -o, más bien, lo no anunciado- por los voceros etarras. No se sabe si Rodríguez Zapatero tenía alguna razón para albergar expectativas muy distintas y, tal vez, la contundencia de su mensaje a Batasuna tenga que ver con alguna esperanza de ésas que ETA siempre defrauda. Mensaje contundente también en el ministro de Interior al negar posibilidad alguna de negociación con la banda.
No hay nada que objetar a que se descarte la negociación con la banda, aunque resulte un tanto extraño que al mismo tiempo se insista desde el Gobierno en reivindicar «el proceso» de la legislatura anterior como un gran acierto estratégico. La duda es si al rechazar la negociación se responde a lo que ETA realmente busca con su declaración. Porque no parece que buscar una negociación sea el objetivo prioritario de esa puesta en escena que ahora tantos encuentran tan fácil ridiculizar. Ni siquiera en sus elucubraciones más paranoides podría creer ETA que hoy sería posible reeditar lo que ocurrió en 2006. El adanismo de Zapatero, con ser mucho, no llegaría a tanto en un estado de debilidad creciente del Gobierno y con una opinión pública que tiene motivos muy fundados para confiar en la Guardia Civil mucho más que en cualquier mesa negociadora para alcanzar el final de ETA.

ETA, sin duda, busca forzar 'tiempo muerto'. En ese intento de recuperación debería prestarse más atención a la llamada 'internacionalización del conflicto' como objetivo más inmediato que ETA querría afianzar. La 'internacionalización' no significa sólo tener a mediadores, presuntos o reales, de un lado para otro; se trata de abrir una vía de presión -posiblemente la única que les queda a ETA y a su brazo político- sobre la opinión pública y las instituciones; permite alimentar una corriente continua de impugnación de los instrumentos del Estado del Derecho; recupera para los terroristas la consideración de interlocutores legítimos y les abre de nuevo la posibilidad de volver a desdoblarse en mesas 'técnicas' y 'políticas'.

Pero sobre todo la internacionalización traslada el problema a un terreno de juego en el que el Estado de Derecho embarranca. De la Ley de Partidos, la deslegitimación social, los tribunales de Justicia, la reparación a las víctimas y el respeto a su memoria se pasa a los 'principios Mitchell', los diálogos incluyentes, la negociaciones multipartitas y la coacción moral sobre las víctimas en nombre de la reconciliación. Difundida la declaración etarra, Gerry Adams -otro de los fijos- pedía al Gobierno español «desoír las voces de los que plantean la solución del conflicto en términos de victoria y derrota». Adams lo escribía en 'The Guardian', y 'Financial Times' no desentonaba propugnando la legalización de Batasuna con esa persistente miopía analítica que presenta como problema lo que ha demostrado ser parte esencial de la solución. Al rebufo británico, ERC pide la derogación de la Ley de Partidos y el brazo político de ETA, auxiliado por el brazo tonto del nacionalismo, hace glosa creativa de la declaración etarra e insta al Estado a moverse, que ésa es la lógica de la reciprocidad que propagan los mediadores internacionales.

Tan cierto como que la izquierda abertzale quiere presentarse a las próximas elecciones es que ETA, todavía, no se ha preocupado demasiado por allanarle el camino con esta declaración que devalúa las expectativas tan aireadas de un control creciente de Batasuna sobre los pistoleros. Posiblemente nos espera la producción literaria etarra conocida en estos trances. Habrá, tal vez, amagos retóricos que no deberían pasar el filtro de la legalidad a pesar de que la derogación de la Ley de Partidos y la legalización de la representación política de ETA sean la exigencia con la que se ha estrenado todo pacificador en esta historia.

Será necesario recordar entonces lo que declaró el Tribunal de Estrasburgo; porque mientras ETA exista resulta inaceptable cualquier proximidad a sus medios o a sus objetivos, por los que ya ha asesinado y que son incompatibles con un régimen democrático de libertades.

En nada ayuda tanta insistencia en lo difícil de anular una posible 'lista blanca' de Batasuna. La lista podrá ser todo lo blanca que quiera, pero no nace espontáneamente. Alguien, en algún momento, decide presentarla, selecciona a los candidatos, fija la estrategia y organiza la representación y los medios de esa candidatura. No sería fácil de entender que, teniendo una capacidad de información como la que demuestran las operaciones contra ETA, la Fiscalía no pueda ofrecer en su momento a los jueces un dosier convincente y fundado sobre la trastienda de esas candidaturas. Y si se incrustan en un partido legal, la respuesta la dio el propio Gobierno en 2007 con su impugnación parcial de las candidaturas de ANV sin afectar a la subsistencia de ese partido.

A la defensiva, ETA busca, de momento, embarrar el terreno facilitando la 'internacionalización del conflicto', es decir, de su problema. Sería éste un momento adecuado para que el Gobierno previniera cualquier equívoco dentro y fuera: esto no va de 'resolución de conflictos' sino de derrota de ETA y Estado de Derecho. ¿Mediadores? No, gracias.


http://www.elcorreo.com/vizcaya/v/20100911/opinion/internacionalizar-20100911.html

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