miércoles, 15 de septiembre de 2010

Serbia se arrodilla

15.09.10

DANIEL REBOREDO | HISTORIADOR

El Correo



«¿Por qué después de Kosovo no pueden declararse independientes de forma unilateral Abjasia, Nagorno Karabaj o, en España, Cataluña, Galicia o el País Vasco? ¿Qué diferencia habría si los ciudadanos lo decidieran?»


Serbia se ha rendido. La presión inmisericorde de los garantes del 'orden mundial' ha surtido efecto. Era cuestión de tiempo que ello fuera así. El pequeño país balcánico, otrora falange de la Yugoslavia que no se doblegó, como hicieron los restantes países satélites de la URSS, a las nuevas directrices que rigieron las relaciones internacionales tras la desaparición de la potencia soviética en 1989, no ha tenido más remedio que ceder en el desigual pulso que mantenía desde que Kosovo se declaró independiente el 18 de febrero de 2008.

Cuando la Corte Internacional de Justicia de La Haya manifestó, el pasado 22 de julio, que la independencia kosovar no violaba las leyes internacionales, se resquebrajaron las esperanzas serbias de recuperar su territorio matriz, y la resolución presentada por el Gobierno serbio el jueves de la semana pasada, 9 de septiembre, en la Asamblea General de la ONU, apostando por el diálogo con el Gobierno kosovar (con la Unión como mediadora) es la más clara manifestación de que Serbia ha hincado la rodilla en tierra sometiéndose a las exigencias comunitarias. La aberración secesionista kosovar, que en otras circunstancias y en otro marco se podría haber considerado como una opción válida e incluso razonable, nació de la decisión de un gobierno provisional, establecido por la UNMIK bajo las disposiciones de la Resolución 1244 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que no tenía ningún poder para declarar la independencia de Kosovo y que claramente se extralimitó en sus funciones sumergiéndose en la ilegalidad al contradecir el Marco Constitucional y la citada Resolución 1244. Se violaba así el régimen legal que las Naciones Unidas establecieron para la administración de Kosovo y, lo que es mucho peor, se abría una caja de anélidos para las secesiones por todo el mundo. Obviamente, esto no lo deseaban los 'padrinos' del nuevo Estado, EE UU y la Unión de Alemania, y por eso han insistido siempre tanto en que el 'fenómeno Kosovo' era algo excepcional que no implicaría precedente alguno. Claro que cuando se burlan los acuerdos y las leyes, antes o después las excepciones se convierten en normas.

De todo el trágico vodevil yugoslavo lo que más irrita a cualquier observador imparcial es el uso y abuso de la mentira y el doble rasero de medir que se ha utilizado y se utiliza a la hora de analizar las responsabilidades de unos y otros. A ello se suma la deriva europea y norteamericana en las decisiones que se fueron adoptando y que nos dejan como muestra el apoyo inicial, en 1991, a la integridad territorial yugoslava que inmediatamente se convirtió en defensa de la secesión de Eslovenia y Croacia basándose en el derecho a la autodeterminación y, fundamentalmente, la contradicción entre el argumento de que la integridad de Bosnia y Croacia favorecería el triunfo del derecho de los serbios a la autodeterminación y el discurso, cambiando los principios, avalando los derechos de los albaneses de Kosovo que se impondrían a la integridad de Serbia. Todo ello se aderezó, entre otras salsas, con el chantaje inaceptable de Rambouillet (febrero y marzo de 1999), que los entonces yugoslavos rechazaron y que dio la excusa perfecta para iniciar los bombardeos de la OTAN, y con el genocidio que nunca existió en Kosovo. La campaña de demonización serbia y la propaganda mediática para justificar la guerra fue ingente y una realidad que aún hoy muchos niegan a pesar de que se hayan editado numerosos libros, cientos de artículos, documentales, etcétera, que la respaldan, así como los testimonios plasmados en informes de funcionarios de la ONU.

Después de numerosos artículos escritos sobre el tema yugoslavo cada vez se hace más difícil repetir, una y otra vez, las razones del conflicto que asoló los Balcanes el siglo pasado. Recordemos de nuevo que la Europa de los años noventa del siglo XX se encontró con dos problemas importantes, la utilidad de la OTAN al desaparecer la URSS y los espacios geográficos y territoriales que su desaparición dejaba en el continente. Para ambos la guerra de los Balcanes fue la solución perfecta. Alemania alentó y apoyó la secesión eslovena y croata, secundada más tarde por EE UU y sus intereses geoestratégicos frente a Rusia, y de ahí la creación de la gigantesca base militar de Camp Bondsteel. No olvidemos tampoco que Yugoslavia nació de una guerra de liberación nacional propia, con poca participación exterior, y que después de los nazis se enfrentaron a los soviéticos; que el período de esplendor nacional y económico del país fue la época de Tito y que ello se plasmó en el liderazgo del movimiento de países no alineados y, en última instancia, que la mini-Yugoslavia de Milosevic seguía siendo algo similar a 'un país socialista' y que por ello el ex ministro de Justicia y disidente estadounidense Ramsey Clark pronunció las palabras siguientes: «Destruimos Yugoslavia sólo porque era la última isla de socialismo en Europa», y el alto funcionario para Yugoslavia del Departamento de Estado de EE UU, George Kenney, señaló que en la Europa posterior a la Guerra Fría «no había lugar para un vasto Estado socialista con pretensiones independientes y que se resistiese a la mundialización». En fin, podríamos continuar, pero estas precisiones sirven para explicar que la terrible violencia de los Balcanes tiene puntos de vista que se han ocultado con tenacidad.

La pregunta a plantearse ahora es: ¿Por qué después de Kosovo no pueden declararse independientes de forma unilateral otras regiones del mundo como Abjasia, Nagorno Karabaj, la República Srpska, Transnitria y, en España, Cataluña, Galicia o el País Vasco? ¿Qué diferencia habría si los ciudadanos así lo decidieran? ¿Serían reconocidos con tanta celeridad por EE UU y la Unión? ¿Darían su permiso para llevarlo a cabo? Claro que sí, siempre que sus intereses así lo aconsejaran. Las rodillas de Serbia soportan el peso del abandono. ¿Habrá más rodillas en la misma situación? Seguramente.


http://www.elcorreo.com/vizcaya/v/20100915/opinion/serbia-arrodilla-20100915.html

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