viernes, 16 de abril de 2010

La tregua basura

16.04.10

ANDRÉS MONTERO GÓMEZ |

El Correo



«Si ETA declarase el eufemismo del alto el fuego, EA abriría sin cortapisas sus listas a activos de Batasuna no tan contaminados como Otegi o sucedáneos. Se obligaría al Estado a usar el bisturí en el cuerpo del nacionalismo vasco»


El tiempo no es caprichoso en sus coincidencias. Al momento en que la Audiencia Nacional determinaba la absolución de los imputados en el 'caso Egunkaria' seguía otro en el que se divulgaba una nueva esperanza de Batasuna respecto a que ETA declare eso que se viene en denominar un alto el fuego.

La absolución de los imputados por la no acreditada relación entre ETA y 'Egunkaria' demuestra que la hipótesis de investigación, inicialmente planteada por la Guardia Civil, no se ha podido traducir en evidencias con peso probatorio. Y los tribunales de justicia condenan en función del conjunto de pruebas, de manera que en un proceso penal no es válido lo que sepamos sino aquello que pueda quebrar la presunción de inocencia de los acusados. Todavía queda un pieza de enjuiciamiento separada sobre 'Egunkaria', relativa a sus presuntas irregularidades económicas.

El fallo judicial sobre 'Egunkaria' es digno de hacernos reflexionar. Alrededor de la sentencia absolutoria se ha dirimido sobre la constitucionalidad de clausurar un medio de comunicación. En realidad parece que el argumento está desenfocado, pues los conceptos se han mezclado en la mente y en los discursos no se sabe si por apasionamiento democrático o por patinaje semántico. Es natural defender la inconstitucionalidad de cerrar un medio de comunicación. Igual de inconstitucional es intervenir comunicaciones telefónicas de ciudadanos. Sin embargo, tanto clausurar una empresa como intervenir las comunicaciones pasan a ser perfectamente constitucionales cuando ambos actos se producen por vía jurisdiccional y tutelados por un juez de garantías, que además de un juez de investigación es lo que acaba siendo un juez instructor. Es decir que, para ser precisos y no perdernos por los cerros de Úbeda, en su momento no se cerró un medio de comunicación sino que se clausuró una empresa dedicada a la comunicación por su presunta implicación en actividades terroristas. Y esa clausura vino respaldada por un juez de garantías, que en su momento y en su independencia valoró los indicios presentados por los investigadores y consideró que eran suficientes para adoptar medidas provisionales de seguridad contra los imputados y contra los medios, presuntamente en aquel momento, puestos por los imputados al servicio de una causa terrorista.

En cuanto a las esperanzas puestas por Batasuna en lo que eufemísticamente conocemos como una tregua, lo cierto es que el panorama se presenta complicado para ETA. Hay que entender que cualquier movimiento de la banda terrorista en torno a una tregua, en este momento, tiene una instrumentación estratégica que a todos se hace obvia: devolverse a las instituciones a través de Batasuna. El razonamiento instrumental sería que, cesando ETA su actividad, los mecanismos de ilegalización o desactivación de listas electorales perderían su punto de anclaje. A todas luces es un razonamiento absurdo, puesto que, habiendo colgado el cartel de tregua o no, ETA continuaría activa como organización terrorista. De esta manera, los circuitos de verificación de cualquier asociación con ETA de candidaturas ilegalizables continuarían en plena vigencia... y un Otegi o cualquier otro de similar perfil entrarían muy suavemente en la ilegalización… si es que en ese momento no permanecen aún en prisión.

Otro supuesto electoral para instrumentar la tregua sería la apertura de Eusko Alkartasuna. La hipótesis de trabajo sería que, declarando ETA el eufemismo del alto el fuego, EA abriría sin cortapisas sus listas a activos de Batasuna no tan contaminados como Otegi o sucedáneos. Y una vez instalada Batasuna en una oferta electoral de EA como plataforma abertzale, se obligaría al Estado a actuar contra ella sufriendo el desgaste mediático de usar el bisturí en el cuerpo del nacionalismo vasco.
En sentido estricto, para la recuperación por ETA de su presencia electoral no basta un alto el fuego ni el formato de una tregua. La condena de Batasuna o el romper con ETA no van a producirse. De manera que, si el Estado se mantiene firme jurídica y procedimentalmente, nos podríamos encontrar con candidaturas anuladas en medio de una enésima tregua torticera de ETA. Aun así, lo bueno de las estrategias es que casi siempre hay alternativas… si se tiene la voluntad de buscarlas.

Una alternativa razonable tiene que ver con el mismo formato de la tregua. De nuevo, un ejercicio de ingeniería semántica. ETA se ha descapitalizado en las treguas… es decir, en este momento una tregua de ETA es como un bono basura… nadie lo compraría. Considerando la situación, sería incluso una garantía para afinar todavía más los mecanismos de supervisión de listas electorales a fin de no dejarse flecos como los últimos, puesto que el riesgo de infiltración de una ETA basura en las instituciones se multiplicaría.

Ahora bien, imaginemos que no se trata de un alto el fuego ni de una tregua, sino de una suspensión indefinida y completa de la actividad de ETA para promover la búsqueda de la independencia de Euskadi exclusivamente por vías políticas. Atención a las palabras: suspensión, indefinida, completa, promover, independencia, políticas. Y acompañar esa declaración de un gesto… seguro que se les ocurre alguno. Una Batasuna más o menos descontaminada de perfiles pesados tendría relativamente sencillo incardinarse en una lista de EA y el tiempo de una legislatura daría para verificar el proceso de desactivación etarra.


http://www.elcorreo.com/vizcaya/v/20100416/opinion/tregua-basura-20100416.html



La tregua basura (II)
03.07.10

ANDRÉS MONTERO GÓMEZ |

El Correo

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