sábado, 22 de septiembre de 2007

Inventar otro socialismo

04.12.2006
M. M. CASCANTE/CARACAS

El Correo


Hugo Chávez aspira a gobernar hasta el año 2021, como poco, y profundizar en su proyecto de «socialismo del siglo XXI». Para cumplir sus objetivos, su primera medida a promover -si supera la prueba electoral- sería una reforma constitucional que le permitiera la reelección indefinida. Si la oposición acepta los resultados de ayer -y Chávez resultaba confirmado en la presidencia-, el mandatario emprendería el proceso a través de la Asamblea Legislativa, copada por los diputados del Movimiento V República. Pero, si sus adversarios no reconocieran su eventual derrota, «el mismo lunes (por hoy) convocaré a un referéndum para el próximo febrero».

Chávez negaba en las horas previas a los comicios que se plantee implantar en Venezuela el modelo cubano. «Fidel es su viagra», comentaba un diplomático. En una reciente entrevista, el caudillo bolivariano explicó que «cada país debe tener su modelo, y nosotros debemos buscar el nuestro. El de Cuba lo admiro y lo respeto, pero no es válido para Venezuela. Aquí se respeta la propiedad privada. Invito a que discutamos un socialismo nuestro y lo inventemos».

Sobre la marcha

Y así lleva ocho años, inventando sobre la marcha, aferrado a su pragmatismo y a su ambición de poder. Lo demás es una empanada ideológica que toma prestadas ideas cristianas, socialistas y lo que convenga en cada momento. Y una verborrea desatada con la que encandila a sus partidarios y desespera a sus detractores. Sus constantes e interminables apariciones en la pequeña pantalla dan para todo: repasar la historia del país, abroncar públicamente a un funcionario, contar batallitas de la infancia, comentar un partido de béisbol o cantar unas coplas.

Un observador privilegiado de la realidad venezolana sostiene que en el catecismo chavista sólo hay dos ideas claras: el «antiimperialismo» (contra EE UU) y la unidad de los países sudamericanos. Todo lo demás se improvisa.

De hecho, la manera de liderar su régimen cívico-militar es típicamente castrense. Su mentor y ministro del Interior hasta 2002, Luis Miquilena, dice que «su estilo de gobernar era casi adolescente. Llamaba a los ministros pasadas las 12 de la noche para contarles una idea brillante que se le acababa de ocurrir, daba instrucciones para todos lados, todos le decían que sí y nadie jamás seguía sus órdenes».


http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/prensa/20061204/internacional/inventar-otro-socialismo_20061204.html

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