sábado, 22 de septiembre de 2007

Un par de Atochas al mes

04.09.07
JUANJO SÁNCHEZ ARRESEIGOR

El Correo


La matanza de Atocha fue algo traumático porque, con 192 muertos, ha sido el peor atentado de nuestra historia. Sin embargo, este atentado fue algo único y excepcional porque los integristas islámicos tienen muy pocos simpatizantes en España, de manera que, eliminado el comando que cometió la masacre, no surgió nadie para reemplazarlo. ¿Puede imaginarse el lector que durante los últimos años hubiéramos sufrido atentados como el de Atocha cada dos semanas? ¿Creen que de verdad son capaces de concebir un horror semejante? Pues existen gentes que no necesitan imaginarse tal pesadilla pues viven dentro de ella. Son los iraquíes.

En Irak están librándose a la vez varias guerras muy distintas entre sí. A los antiguos partidarios de Sadam les gustaría reconstruir la dictadura del partido Baas y volver a ser los amos del país. Puede parecer un objetivo fantasioso pero muchos de ellos creen que pueden instrumentalizar la insurgencia suní para expulsar a los norteamericanos; que pueden instrumentalizar la hostilidad norteamericana contra los iraníes para ponerlos en contra de la mayoría chií de Irak y que, gracias a todo lo anterior, más el cansancio norteamericano ante una guerra sin salida, podrán al final, de alguna manera, regresar al poder, quizás incluso con las bendiciones de los mismos norteamericanos.

Por su parte, la minoría suní de Irak, simpatice o no con el Baas, teme que la mayoría chií se apodere del Estado y les discrimine. A muchos de ellos les irrita dejar de ser el grupo dominante. No sería sensato desdeñar el poder oscuro del orgullo, la soberbia y el resentimiento de aquéllos acostumbrados a creerse superiores cuando les dicen que las cosas ya no van a ser así. Aunque no haya dinero de por medio -que casi siempre lo hay-, mucha gente está más que dispuesta a matar por tan imperdonable agravio.

Al mismo tiempo, los Estados árabes suníes miran de reojo a los chiíes persas de Irán y se preguntan qué van a hacer los chiíes árabes de Irak. ¿Optarán de nuevo por ser árabes por encima de todo, como durante la Primera Guerra del Golfo? ¿O preferirán esta vez ser chiíes antes que árabes, aproximándose a sus correligionarios persas de Irán? El poder de Irán es muy grande. Ya son de hecho la gran potencia regional y su poder va a seguir creciendo, da igual que construyan o no armas atómicas. Uniendo sus fuerzas, los árabes suníes pueden igualar a Irán pero sólo contando con un Irak unido y proárabe. Por lo tanto, los chiíes iraquíes pueden inclinar la balanza hacia Irán. Por lo tanto, enemigos irreconciliables como Siria y Arabia Saudí comparten un objetivo común. El resultado es que muchos voluntarios afluyen a Irak para luchar, pero no contra los norteamericanos sino contra los chiíes. Por supuesto, tambien los iraníes interfieren en Irak, no sólo para ganar poder, sino para prevenir que los norteamericanos les invadan.

Aprovechando la confusión y el caos existentes, Al-Qaida intenta recomenzar en Irak sus delirantes planes de implantar el califato islámico universal. Los yihadistas han causado numerosas bajas a los norteamericanos pero, al igual que en Afganistán contra los soviéticos, las huestes de Bin Laden provocaron desde el principio cierta reserva entre los luchadores autóctonos, que percibían claramente que aquellos fanáticos barbudos estaban librando otra guerra que sólo coincidía con la suya circunstancialmente. Una vez resuelto el problema principal de expulsar a los invasores extranjeros, los yihadistas se convierten en otros intrusos extranjeros que se meten en la política local para crear por la fuerza un gobierno a su gusto, igual que las superpotencias a las que con tanta fuerza denuncian. En Afganistán el resultado fue la tiranía demencial de los talibanes. En Irak existe el problema añadido de los chiíes, poco numerosos en Afganistán. Al-Qaida está formado por suníes fanáticos inspirados por el wahabismo, que consideran a los chiíes como pérfidos herejes a los que se debería exterminar.

Todos estos problemas, unidos a los habituales ventajistas, delincuentes comunes y aspirantes a tiranuelos de barrio, han generado una espiral enloquecida de atentados indiscriminados contra la población civil, cada uno de los cuales provoca decenas e incluso cientos de muertos. El Ejército norteamericano, absorbido y desbordado por su lucha contra la insurgencia, apenas tiene medios para detener esta oleada terrorista mientras que la Policía iraquí es inoperante. Estos atentados masivos son una insensatez pues, incluso prescindiendo de todo criterio ético o moral, es imposible que sus perpetradores consigan de ellos resultados militares o políticos. Todo lo contrario: movilizan a la gente en su contra, como ha descubierto a su costa Al-Qaida, rechazada a tiros por los vecinos suníes de dos municipios cercanos a la ciudad de Baquba.

Seguramente, los norteamericanos se habrán alegrado de saber que la población local lucha por su cuenta contra Al-Qaida, pero estos suníes que se resisten a caer bajo el yugo integrista también son hostiles a la ocupación norteamericana de su país. Esta Tercera Guerra del Golfo sólo terminará cuando los propios iraquíes logren crear un gobierno estable. Los norteamericanos, fiándolo todo a la fuerza, se creyeron que podían entrar, reunir unos cuantos colaboracionistas y crear de la nada un ejecutivo adicto. Pero, como dice un viejísimo refrán: 'ex nihilo, nihil' (De la nada, nada).

¿Y si los iraquíes no logran crear un gobierno estable, que es lo que parece más probable? Pues entonces la guerra continuará indefinidamente aunque se retiren los norteamericanos. Incluso podrían intervenir abiertamente los países vecinos.

http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/20070904/opinion/atochas-20070904.html

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